La Habana, 22 mar. En nuestro país es imprescindible disponer de un sistema de gestión gubernamental basado en la ciencia y la innovación, uno de los tres pilares que respaldan dicha práctica, reconoció el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en un artículo publicado en la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba.
Entre otras bases en las que descansa este Sistema de Gestión, Díaz-Canel menciona experiencias de la última década, como los avances en los nexos entre ciencia, innovación, formación de potencial humano y desarrollo local; también los diálogos ciencia-Gobierno para abordar problemas complejos de la mayor relevancia, como la COVID-19, y su posterior extensión a la soberanía alimentaria y la educación nutricional.
Desplegar ese sistema «es un auténtico desafío que debemos enfrentar en un contexto nacional e internacional complejo», defiende el mandatario, y le asigna un papel clave en el desempeño de la gestión gubernamental a todos los niveles.
La necesidad del referido sistema de gobierno nace de una realidad: «el potencial humano y las capacidades científicas y tecnológicas que la Revolución ha creado no han tenido, de manera generalizada, el impacto práctico deseado en la sociedad y, en particular, en la economía». Según el Jefe de Estado, de esa percepción proviene el principal estímulo a la búsqueda del sistema de gestión.
«Podemos mostrar ejemplos formidables de creación de capacidades de ciencia, tecnología e innovación bien articuladas a la sociedad», y ejemplifica con el caso de la industria biotecnológica, pero señala que resultados como esos no se alcanzan eficazmente en todos los sectores.
Díaz-Canel identifica problemas que limitan el impacto del conocimiento, la ciencia y la innovación en el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 (pndes 2030), y más allá.
«Por ejemplo, la Tercera Encuesta Nacional de Innovación, realizada por el Citma en 2018, en 441 empresas con datos del 2015-2017, concluyó que “no existió vinculación regular y sistemática con el sector científico: centros de investigación, universidades y entidades de interfaz…”. Las relaciones con las universidades se califican en un 59 % de satisfactorias y suficientes».
No puede haber verdadera soberanía, sostenibilidad y prosperidad, sin crear y aprovechar capacidades de conocimiento y ciencia, tecnología e innovación, advierte el autor del artículo, y reclama el apoyo de estas últimas: «son necesarias para avanzar en la economía, respaldar la soberanía alimentaria, ampliar las exportaciones y sustituir importaciones, y transformar la matriz energética, entre otros beneficios…».
Al tratar estos temas no se puede olvidar el contexto internacional, dice el estadista, quien afirma que la distribución mundial de las capacidades cognitivas, científicas y tecnológicas es sumamente asimétrica y está altamente concentrada en un reducido grupo de países. «Buena parte de esas capacidades son propiedad de las grandes corporaciones transnacionales y del complejo militar-industrial, sus principales inversionistas», aseguró.
«Patentarlo todo, incluidas formas de vida, a partir de la orientación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) desde 1995, incrementa las arcas de las empresas y países más poderosos, y hace más frágiles a los restantes. En la ideología neoliberal es el mercado y no el Estado, o las políticas públicas, el factor determinante en la promoción de la innovación».
Aclara que, sin embargo, las experiencias de muchos países con resultados exitosos muestran el rol del Estado y las políticas públicas, y que los acontecimientos más recientes vinculados con la pandemia de la COVID-19 muestran que «el mercado por sí solo nada puede resolver y, sin control, tiende a agravar la situación».
«Muchos países han puesto sus sectores estratégicos en manos del capital extranjero, que poco demanda de la ciencia local. Ciencia, tecnología e innovación y soberanía nacional son procesos conectados, afirma. «En esos países, como también en Cuba, hay mucho conocimiento utilizable no utilizado. Se pierden así muchas oportunidades de construir mejores sociedades».
La Revolución, recuerda el Jefe de Estado, «desde muy temprano comenzó un intenso proceso de multiplicación del potencial humano; el despliegue de un sistema educacional altamente inclusivo, la transformación de las universidades, cuyo punto de partida fue la Reforma Universitaria de 1962, y la multiplicación de centros dedicados a investigación y desarrollo».
«El Comandante en Jefe Fidel Castro es, sin duda, el gran responsable de la fundación y avance de la ciencia nacional revolucionaria. En 1960 proyectó el futuro del país como un “futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento”; en 1963 declaró que “la revolución social se hizo precisamente para hacer la otra; la revolución técnica”».
El primer mandatario sostiene que, sin la creación, bajo la guía de Fidel, de importantes capacidades científicas y tecnológicas, el combate a la COVID-19 sería imposible.
Asumir ciencia e innovación como pilar de la gestión gubernamental –deja claro– es una decisión bien respaldada en los documentos aprobados en el 6to. y el 7mo. Congreso del Partido, con la adopción de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, y la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista.
«En la Constitución de la República “se estimula la investigación científica con un enfoque de desarrollo e innovación, priorizando la dirigida a solucionar los problemas que atañen al interés de la sociedad y al beneficio del pueblo”, mientras que el pndes 2030 establece como uno de sus ejes estratégicos el que se denomina Potencial humano, ciencia, tecnología e innovación».
En campos como los de la alimentación, la energía, la salud, la vivienda y el transporte, entre otros, razona el Presidente cubano, el conocimiento y la tecnología tienen que explorar otros caminos. «La razón es simple: es insostenible que los países subdesarrollados y en desarrollo se propongan reproducir estilos de consumo de los países más desarrollados. El medioambiente no lo resistiría».
Lo mejor de la política cubana de ciencia y tecnología han sido los valores sociales que la han guiado, en particular el interés por poner el conocimiento al servicio de las demandas del desarrollo y la satisfacción de las necesidades humanas básicas de toda la población, sostuvo.
Afirma Díaz-Canel que las metas que el país se ha propuesto plantean un conjunto de desafíos de alta complejidad, que solo pueden ser asumidos movilizando todos los recursos disponibles en materia de capacidades de investigación-desarrollo, conocimiento avanzado, educación y potencial humano altamente calificado.
«La lucha por el desarrollo, la independencia y la soberanía, como siempre insistió nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, exige la creación y movilización de capacidades de ciencia, tecnología e innovación. Esta debería ser una convicción compartida por todos: pueblo, Gobierno, empresarios, científicos, profesores, maestros, campesinos».
(Granma)