Más de 100 años de tradición, en relación con los festejos de la Cruz de Mayo se celebran en Cabaiguán, cuyos residentes tomaron de sus ancestros la costumbre de las Islas Canarias.
Por: Daisy Martín Ciriano y Marilyn González Hernández
Algunos de ellos tras un tiempo de labor en la Isla de Cuba, lograron superar un tanto la pobreza y retornan nuevamente a su tierra de origen, los más voluntariosos continúan junto al surco, apegados a la tierra, al trabajo creador, así, forman familia y se quedan para siempre en esta tierra donde comparten con los cubanos costumbres, y tradiciones canarias.
La Cruz de Mayo en los Campos de Cabaiguán
Con el transcurso de los años las tradiciones de los canarios se difunden en los campos cubanos, muchas de ellas aún trascienden. La enramada de la Cruz de Mayo es una tradición canaria que llegó a esta zona con los primeros emigrantes, en su
mayoría los palmeros, en el transcurso del tiempo, al desaparecen los inmigrantes nativos del archipiélago, pero algunos descendientes continúan enramando la Cruz, mientras otros la sepultan bajo tierra junto a sus ancestros.
Hoy en algunos asentamientos, a pesar del tiempo, pervive la tradición, se cuenta por algunos investigadores, que la enramada de la Cruz se practicaba en los asentamientos poblacionales de Punta Diamante, Santa Lucía, Neiva, Lote Grande, La Campana y La Aurora, entre otros.
Siempre este encuentro familiar fue de respeto, pero también de esparcimiento y añoranza, estaba investido por iniciativas de cada familia; aunque predominaban en ellas algunos caracteres que se repetían inviolablemente.
El altar de la Cruz de mayo
El altar era cubierto, generalmente por tela o papel de color blanco, mientras que al centro se colocaba una cruz de madera revestida de cintas o tela para ocultar su material original.
A ésta se le ponían las prendas de la familia y de todo aquel que lo deseara. No importaba el valor material, sino el fervor de quien rogaba u ofrendaba a la Virgen a través de su prenda y ésta al ser recogida quedaba bendecida según la tradición. No faltaba en el altar las impares velas que prendidas desde el anochecer resultaban meras guardianas de toda una ceremonia tradicional, acercando por esa noche los corazones
canarios y cubanos en una celebración que con el devenir del tiempo se fue mezclando entre las culturas y cada uno por su parte fue enriqueciendo la misma según su necesidad o su alcance.
Cabaiguán es un municipio que se localiza en el centro de Cuba; específicamente en la porción centro occidental de la provincia de Sancti Spíritus.
Cifras y tradición
En el Censo de 1899 se registra una población de 2 912 habitantes. Otra circunstancia que influye en la demografía y en el crecimiento económico, es la inauguración del ferrocarril Central el 23 de febrero de 1902; aunque desde 1880 un ramal había llegado al poblado. El 7 de noviembre de 1902 se establece conexión con Sancti Spíritus.
Todo esto facilitó la llegada de los inmigrantes españoles, principalmente canarios, los cuales instalaban viviendas en las zonas aledañas al poblado.
Precisamente en algunas de estas comunidades aún pervive la enramada de la Cruz de Mayo como una tradición heredada de sus ancestros.
En La Aurora, asentamiento rural situado en la finca Vista Alegre, propiedad de Rafael Hidalgo a principios del siglo XX, en la que tenía su casa. En esa misma fecha vivían en ese lugar las familias de Francisco Betancourt, Serafín Rancel e Isidro Bernal. Posteriormente, Rafael Hidalgo dividió la finca entre sus 8 hijos y ellos construyeron sus casas, y algunos vendieron solares y comenzaron a mudarse otras familias, formándose el actual poblado.
Cosas del Isleño José
En la actualidad aún se mantiene en una familia la tradición de enramar la cruz desde el día 2 de mayo, es una familia canaria que se asentó desde 1910 cuando el palmero José Concepción Concepción se trasladó desde La Pajilla en Tuinucú para la finca donde sus descendientes viven actualmente.
El isleño José conocía la tradición desde su tierra, pero por el año 1940 se encontraba “matungo” y rogó encarecidamente a la virgen por su propio restablecimiento y ofreció la promesa de enramar la Cruz todos los años, además de velarla y bendecirla desde su hogar.
A partir de esa fecha y con su restablecimiento se comenzó a enramar la cruz en el hogar de José y Aurora. Esta tarea se comenzaba desde el día primero y cada año se incorporaban nuevos elementos en el decorado para hacer más atractivo el acontecimiento.
La preparación de la velada
Todas las veladas llevaban implícito la elaboración de gran variedad de dulces en diferentes formas, que se acompañaban de galletas, queso, frituras, rosquillas, teniendo en cuenta que los dulces se hacían unos en almíbar y otros en torticas.
Estos se elaboraban a partir de frutas naturales como fruta bomba, coco, guayaba, mango, sin faltar las dulcísimos torticas de leche. Los dulces se envasaban en recipientes de metal de 18 litros, por lo que se infiere que la cantidad elaborada era suficiente para cualquier número de invitados. A todo lo anterior se suma que a las 12 de la noche y a las 4 de la mañana se distribuía chocolate caliente con galletas y queso.
A este velatorio en casa del isleño José Concepción asistían muchas personas que hacían promesas o venían a cumplirlas. Se trasladaban hasta allí en coches, autos, a pie, a caballo, pero no pasaban por alto el día de la velada. Por la zona de la Aurora sólo enramaba la cruz esta familia de canarios y la velaban la noche entera, pues en la Fragua había dos familias que la enramaban, pero sólo la velaban hasta las 12 de la noche.
Firmes en la tradición
Como la familia Concepción fue aumentando, el viejo José tuvo que comenzar a sacrificar un cerdo para poder atender a los familiares que venían desde el día anterior para participar en el velatorio. En éstos siempre se hacían juegos tradicionales. Aquí se manifestaba la creatividad de los cubanos y su fusión con la cultura canaria, pues los picarescos castigos hacían sonrojar a cualquiera y hasta le quitaban las ganas de seguir participando del juego.
Con el decursar del tiempo en 1978, tras la muerte de José, la enramada de la Cruz pasó a ser responsabilidad de Delia, su hija, quien después cuando su hija Aurorita creció entregó a ella todo el trabajo, y así lo ha seguido haciendo hasta la actualidad, a pesar que ya no reside en el hogar, pero continúa apoyando todo el trabajo adorno del altar y seguramente orientará también a su sobrina Dayanis, que resulta ser biznieta del isleño.