Es la vida un tren expreso que recorre leguas miles; El tiempo son los raíles, y el tren no tiene regreso. En él se embarcan por eso El nuevo, el viejo y el serio; El bobo, el del magisterio, Y el tren a todos complace: En las paradas que hace Los deja en el cementerio. Como es el tren de vida, El viaje no tiene fin; Y se extiende un boletín Tan solamente de ida. Cuando uno hace su partida, Que es a gran velocidad, Lleva la conformidad De que va a viajar en un tren Dejándole en un andén Rumbo a la Eternidad. En él se embarcan señores, Premieres y mariscales; Comandantes, generales, Los reyes y emperadores. Los papas y los doctores, Potentados con dinero; Y al llegar al paradero Que se llama «campo santo» Les tiende a todos un manto De tierra el sepulturero. La diferencia del viaje De ricos y pordioseros Consiste en que los primeros Llevan mejor equipaje. Pero el que a la tierra Con el correr de los días, Los gusanos con sus crías Le infestan la vestidura Dejando a la misma altura Todas las categorías. Yo no he podido encontrar Todavía un pobre o rico Que me haya dicho: «Chico, Yo no me pienso embarcar». En él tienen que viajar La linda, el tipo y el viejo, Todos marchamos en pos; Por eso me gusta Dios Porque levanta parejo. Basta de filosofar, No sigo más esta rima Pues veo que se aproxima La hora de yo embarcar. Pero les voy a exhortar A los que atrás van quedando, Que embarcarán no sé cuando, Pero sé que es cosa fija Que no se estén dando lija Que el tren los está esperando.