Es 27 de diciembre, el ajetreo es inusual, los pobladores recalan donde residen los productores artesanales de vinos, preguntan si llegó la cerveza, averiguan por el ron, se preocupan por los turrones, las aceitunas y las pasas. Dentro del hogar el olor es dulce, destapas las cazuelas y borbotean los dulces de fruta bomba, de coco, de cuanta fruta se pueda hacer dulce. Las amas de casa rebuscan en la vajilla para ver si hay alguna copa sobreviviente del anterior fin de año. Se quejan, no hay copas, echan garra a cualquier vaso y a falta de estos hasta a jarros y cacharras, lo importante es que haya algún recipiente para brindar el venidero 31 a las doce de la noche.