Durante los días finales de cada año y los primeros meses del siguiente, los campos cubanos se visten de colores a través de flores silvestres que afloran, aproximadamente hasta los meses de febrero y marzo. Entre ellas se destacan los pequeños ramilletes del bienvestido y las blancas campanillas. Su perfume se extiende durante el día, pero cuando llega la noche recorre largas distancias y se dispersa entre los campos.
Otra planta que se viste de gala por estos meses es la orquídea que se encuentra plantada en muchos hogares cubanos. Adherida a troncos o sumergida entre otros arbustos presenta diferentes variedades en su especie y en Cabaiguán la podemos observar en muchos jardines, especialmente la de color violeta, aunque también existen quienes, como María Rosa Rodríguez no cesan en la búsqueda de nuevas variedades de color y forma.
Sujeta a troncos de mango, a cocos, ramas secas y vasijas de barro posee más de once variedades de orquídeas que deleitan la vista a quien visita su hogar. La forma de obtenerla no es muy difícil porque esta joven convence a quien las posee para intercambiar hojitas, que logra convertir en planticay así adquirir las diferentes variedades. Recientemente incorporó a su colección de orquídeas una pequeña ramita que produce pequeñas flores, casi negras y dos nuevos ejemplares ya florecidas de blanco y amarillo.
Aunque su patio no llega a ser un jardín de referencia nacional resulta un grato espacio para recrear la vista. El olor a café recién colado y la hojarasca seca crean un agradable ambiente natural al que transporta agradablemente al visitante.