Métodos de alternancia y rotación de cultivos combinados con la siembra de tabaco optimizan la producción de la hoja, otorgándole mayor rendimiento y calidad
Por: Alexey Mompeller Lorenzo.
La influencia de los cultivos intercosechas en la plantación del tabaco demuestra el compromiso de la ciencia cabaiguanense para conceder mayor sostenibilidad a las vegas de las regiones central y oriental del país.
“Se estudian cultivos de ciclo corto (maíz, boniato, soya, garbanzo) y largo (malanga, plátano, yuca) en alternancia o rotación con la plantación principal”, refiere Antonio Núñez Mansito, investigador de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Estación Experimental del Tabaco, un emporio en el municipio.
Explica además cuánto aportan los nutrientes de las otras cosechas al fortalecimiento de la solanácea, mediante el tabaco barbecho, el empleo de vegetación natural, en condición de tratamiento testigo a tono con otros métodos.
“El propósito resulta plantar tabaco todos los años pero lo que cambia es el cultivo intercosecha. Seguimos cuatro procedimientos de alternancia de conjunto con ocho de rotación que transcurren cada uno, dos, tres, cuatro y cinco años”, precisa Núñez Mansito.
Desde 1979 la institución ha puesto en marcha esta práctica que incrementa el rendimiento y calidad de la hoja, alerta sobre la incidencia de plagas, enfermedades y malas hierbas al tiempo que monitorea los aportes de biomasa por parte de las diferentes plantaciones que intervienen en las características organolépticas de las variedades a obtener del rubro exportable por excelencia en Cuba.
La modalidad ha adiestrado a los productores nacionales durante más de cuatro décadas, uno de los logros del que es continuador el Máster en Agricultura Sostenible del Instituto de Ciencias Agrícolas de Mayabeque, reconocido por sus propuestas innovadoras a favor de la fitotecnia del tabaco. “Los resultados que se generan de este proyecto son introducidos en las bases productivas desde Cienfuegos hasta las provincias orientales, en todos los sistemas de la agricultura y las empresas tabacaleras, zonas donde cuentan más de 2 millones de hectáreas de suelos, fundamentalmente, pardos sialíticos”, concluyó.
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