El Proyecto de Rehabilitación Hidráulica en el municipio espirituano de Trinidad ha navegado por los mares de los incumplimientos en los plazos de ejecución e insuficiente calidad de los trabajos concluidos.
El agua —casi verde— atraviesa el centro de la calle Simón Bolívar (Desengaño) y en la esquina el hueco provoca vértigo. En La Purísima no se logran las presiones para que el preciado líquido llegue a todos los hogares. Los salideros corren lo mismo por el Centro Histórico que por La Pitilla. Y los ciclos de abasto se acortan, pero no sacian la sed de los trinitarios ¿Hasta cuándo debe esperar la ciudad por las bondades del Proyecto de Rehabilitación Hidráulica?
Desde que se conoció de la inversión —hace más de una década— y los montos millonarios aprobados, muchos se entusiasmaron con la idea y la aplaudieron. Más del 64 por ciento de la población recibiría las mejoras en el servicio de agua potable y saneamiento en una urbe con una antiquísima red de distribución, acometidas ilegales y dependiente de una fuente de abasto superficial —San Juan de Letrán—, afectada lo mismo por la sequía que por roturas de su conductora.
Sin embargo, un comienzo azaroso marcó el derrotero de esta rehabilitación: los trabajos se iniciaron sin un proyecto ejecutivo de ingeniería que pudiera prever los puntos críticos y otros factores limitantes. Una década después los avances no son los deseados; tampoco los beneficios porque hay que esperar a que finalice toda la rehabilitación y a ello se añaden problemas con la calidad de las labores concluidas.
Ante las insatisfacciones y los cuestionamientos de los habitantes de la sureña urbe, la reciente visita del Secretariado del Comité Central del Partido priorizó en su agenda el análisis de la marcha de las inversiones, constató los atrasos y deficiencias e insistió en aprovechar los meses comprendidos en el período seco para reactivar las labores que hasta hoy andan a paso de bibijagua.
Ni siquiera el plazo de vencimiento del crédito externo de 25 millones de dólares, que debió ejecutarse totalmente al cierre del 2021 y solo alcanzó el 52 por ciento, apuró las acciones de una de las inversiones de mayor envergadura en el país en cuanto a intervención de redes hidráulicas y tratamiento de residuales. Los atrasos tienen más de un responsable: las limitaciones de recursos a causa del bloqueo, la insuficiente preparación de la obra y de los constructores, la inestabilidad de la fuerza de trabajo, las secuelas de la pandemia y también la falta de seguimiento y control después de las visitas.
Frente a estas evidencias, Waldo Conyedo Rojas, recientemente nombrado jefe del Proyecto de Colaboración Trinidad, no desatiende tales cuestionamientos, pero tampoco minimiza el alcance de algunos trabajos que alivian el abasto de agua en varios sectores de la localidad, entre ellos la sustitución de ocho equipos de bombeo en las fuentes de Santiago Escobar y Las Piñas, la construcción de una conductora y tres estaciones de bombeo desde el oeste de la ciudad, lo cual permitió la reducción del ciclo de entrega en las zonas bajas de 15 a 4 días, la terminación de una laguna de oxidación, ya en uso, y el Corredor Técnico en la península de Ancón.
Según el funcionario, los trabajos deben avanzar con más rapidez este año, durante el cual se priorizarán, además, la construcción de nuevas fuentes de abasto, estaciones de bombeo y los tanques para el almacenamiento y distribución del agua a más sectores de la localidad.
Lo necesita la población del barrio La Purísima —uno de los lugares de intervención—, donde no se alivia completamente la distribución y hay zonas, como la calle D, aún sin servicio hasta que se completen las labores en el tramo de la Conductora Oeste 1, se estabilicen las presiones en todo el circuito y el preciado líquido llegue a todas las viviendas.
Lo claman quienes residen en los repartos La Pitilla, Primero de Mayo y La Chanzoneta, que estuvieron al tanto de la inversión y ven escurrirse los beneficios.
Y mientras el agua va y viene, los habitantes del Centro Histórico de la villa, que hoy cuentan hasta la última gota en ciclos de entrega sobre los 14 días, esperan el financiamiento para un segundo momento de la inversión en un área con mayores complejidades por el propio trazado urbano y el envejecimiento de las redes.
Lo exigen también los vecinos de la calle Desengaño, escépticos después de casi tres años de molestias por la demora injustificada, el polvo, el fango y la chapucería.
Como si esto no bastara, en esa arteria —una de las más concurridas de la ciudad— apenas se ha ejecutado una tercera parte de los trabajos que llegan hasta el área patrimonial y necesitan de un equipo especializado para la perforación del tramo empedrado. Si en dos cuadras llevó tanto tiempo la intervención, ¿qué sucederá con las seis restantes?, ¿quién responde a las exigencias del crédito externo y a su fecha de vencimiento?
Los que le siguen el rastro a este Proyecto de Rehabilitación Hidráulica en Trinidad han visto y vivido de todo: recursos y financiamientos que se despilfarran como el preciado líquido, matas de plátanos en las zanjas, conductoras sobre el asfalto durante meses, la indolencia que abruma tanto como los salideros. En estos mares tan turbulentos una interrogante flota: ¿y el agua para cuándo?
Tomado de Escambray.
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