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Explosión del Maine en Cuba y cómo intervenir en una guerra ajena

La Habana, 15 feb. Cuba recuerda este martes la explosión del acorazado Maine en aguas de La Habana a 124 años del suceso que ocasionó la muerte de más de 260 marinos.

Con gran parte de la alta oficialidad oportunamente en tierra y pasadas las nueve de la noche, una detonación sacó del agua la mitad del buque, que terminó hundiéndose junto a la boya donde estaba anclado.

De acuerdo con documentos históricos, el acorazado de la marina estadounidense arribó a La Habana el 25 de enero de 1898 con una dotación de 354 hombres para una supuesta visita de rutina.

Su explosión deja hasta hoy más preguntas que respuestas sobre una posible autoagresión, accidente o hecho premeditado por parte de España.

La prensa sensacionalista estadounidense no dudó en acusar a los españoles del hundimiento y periódicos como New York Journal y el New York World incidieron en la opinión pública según ese criterio.

La marina estadounidense creó una comisión para investigar los hechos y tras sus pesquisas elaboraron un informe en el que observaban que «sólo la explosión de una mina situada debajo del buque» podía haber provocado tal destrucción.

El reporte llegó al Congreso de Estados Unidos el 29 de marzo y se convirtió en el pretexto directo para declararle la guerra a España el 25 de abril.

La parte española sustentó que tras la explosión no se apreció ninguna columna de agua ni oleaje, así como tampoco peces muertos en los alrededores, fenómenos que hubieran sido perceptibles de mediar una explosión bajo el agua.

Otras teorías versan sobre un posible accidente provocado por una explosión en su interior debido al sobrecalentamiento del carbón.

Documentos de la época muestran que este acorazado fabricado en 1895, de 100 metros de eslora, 17 de manga y seis mil 700 toneladas de peso, llevaba una doble carga que requería medidas de seguridad especiales.

El buque cargaba carbón para alimentar las ocho calderas que movían sus hélices gemelas y unas 60 toneladas de pólvora negra usada como munición para sus sistemas de armas.

En 1911 el gobierno estadounidense decidió sacar del fondo de la bahía de La Habana los restos del Maine, los cuales fueron remolcados, dinamitados y hundidos en alta mar, con ello desaparecieron las pruebas físicas.

Historiadores coinciden en que la explosión fue el pretexto norteamericano para inmiscuirse en la guerra independentista contra España, que finalizó con una intervención militar y la instauración de una República sometida a los intereses del país vecino.

En 1925, el gobierno cubano de Alfredo Zayas inauguró el monumento dedicado a las víctimas del Maine frente al Malecón capitalino en recordación de los 266 marinos que perdieron la vida en la explosión.

En la parte superior de la estructura, un águila calva se instauró con las alas extendidas como símbolo de la presencia de Estados Unidos en la nación caribeña.

Y allí permanecería hasta que el 18 de enero de 1961, la Junta de Monumentos creada por el gobierno revolucionario cubano, acordó la modificación del monumento y como consecuencia de esto se suprimió el águila, y se realizaron otros cambios como la colocación de una tarja con la siguien te inscripción: «A las víctimas de El Maine que fueron sacrificadas por la voracidad imperialista en su afán de apoderarse de la isla de Cuba».

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