Arturo Alonso es uno de los compositores cubanos más prolíferos, tiene en su haber alrededor de 1360 canciones. Nacido en Ciego de Ávila el 9 de marzo de 1922, devino en cabaiguanense desde temprana edad a este pueblo «Un canto a Cabaiguán”.
Por Aramis Fernández Valderas
Mi viejo amigo, hoy andas cabalgando sobre los arcángeles, eso no sucede siempre, andas con una escolta, la veo, son apóstoles. El séquito baila danzones, boleros, llevan florecitas de Viramas para adornar las coronas y tú cantas.
Distingo entre tantas personas a Flora, la noviecita de siempre, Amparo, tu hija te toma del brazo, desde aquí te miran Ramón y Arturo, Javier, Alexander, Anabel, en fin todos tus hijos y nietos, también amigos, muchos amigos, entre ellos yo. Te nombro así porque cada martes me decías, aquí estoy mi amigo y me contabas de todo, de lo bueno, de lo malo, de lo real y lo maravilloso.
Aquí en la tierra, precisamente en tu querido pueblo hay música desde las 12 de la noche, no sé de donde sale, pero la siento, miro a un lado, a otro, Un canto a Cabaiguán hace vibrar corazones.
Mi viejo amigo, quisiera ser poeta y escribirte versos, poemas, o ser Sindo Pacheco o Marlene E. García para dedicarte una novela, ser pintor como Julio Santos y llevar la eterna guitarra al lienzo. Pero no soy más que un aprendiz de periodismo, medio viejo, casi a punto de jubilarme y solo te escribo estas palabras de agradecimiento, por cierto no me están saliendo bien.
Arturo Alonso Díaz, cuando se cumplen cien años, como lo estás haciendo hoy, la vajilla ha de ser de oro, las bebidas almendradas y los abrazos de fuego, todo ello acompañado por el tiritar de las cuerdas de la guitarra o las notas del viejo piano, que se resiste a desaparecer como tus canciones o el amor que los hijos de esta tierra sienten por ti.
Continúa, no pares, no tienes derecho, pasarán las generaciones y tú seguirás cumpliendo años y los hombres y mujeres que no te conocieron también te rendirán pleitesía porque eres de los grandes de los que jamás nos abandonan, de los que forjan la identidad.
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