En Cuba, desde tiempos inmemoriales se consumía la miel de las abejas. En el siglo XX esta costumbre se generalizó bastante entre los campesinos y resultaba común llegar a sus hogares y observar como tenían colmenas en troncos de árboles, huecos y otros abrigos que les ofrecían.
Por: Daisy Martín Ciriano
El consumo de la miel y de sus panales es muy beneficioso al ser humano por las propiedades curativas y sanas que posee.
No resultaba extraño escuchar el toque de latones y calderos para atajar un enjambre que se había desprendido de la colmena. Los campesinos al escuchar el zumbido se lanzaban por entero a lograr que se estacionaran en su finca o cerca de ella.
Una forma de lograrlo además era lanzando tierra al enjambre, cuando éste volaba bajito. La forma de castrar una colmena depende del valor y la pericia de quien lo realice, ya que muchos utilizan el humo para paralizarlas y evitar las picadas, pero otros más arriesgados lo realizando fumando solamente un tabaco. Lo cierto es que degustar unos empapados panales es una delicia a la que nadie se resiste.
Hay un tipo de abejas nada agresivas, conocidas como abejas de la tierra. A éstas hay que construirles una casa o cajón e introducirlas en él, dejando solamente algún agujero para la abejita guardiana. Su miel es medicinal, pero la producen en pequeñas cantidades envasadas en bolsas que ellas mismas fabrican. Hay algo curioso en su vida. Cuando uno se acerca a su caja siempre logra ver una abejita en el agujero como si estuviera de guardia, lo que nunca ofrece alarma y nadie del enjambre sale a picar.
Hay campesinos que logran tener varias cajas ubicadas en las arboledas o lugares cercanos a árboles en floración y así logran obtener esa miel tan preciada. Y sobre sus propiedades, muchos afirmas que con miel de abeja de la tierra se curan los ojos de los caballos cuando tienen lesiones, también lesiones y llagas de la piel y sobre todo esta miel resulta eficiente para aquellas personas que son agredidas por infecciones respiratorias. En Fin que las mieles de las abejas, de antaño, al igual que las que se obtienen hoy de otras formas, resultan muy provechosas para atacar enfermedades o simplemente para degustarlas con panal o sin panal de cera.
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