Nuevas estrategias en el sector del Comercio, la estabilidad en los servicios médicos y el desempeño productivo de la escogida de beneficio del tabaco distinguen a esta comunidad fomentense de Jíquimas de Alfonso
Por un camino polvoriento y firme se llega a Jíquimas de Alfonso, una comunidad distante a 10 kilómetros de Fomento que, aunque coquetea con el lomerío, está en una planicie, rodeada de campos y arroyos que corren mucho en primavera, pero en seca permanecen estáticos. Allí la gente sonríe sin maldad, conversa mirándote a los ojos, ofrece ayuda, orientación y hasta un vaso de agua transparente y fría a cualquier visitante.
En sus predios se siembran viandas, frutales, café y tabaco; pero, más que eso, se potencia la cría de ganado vacuno. Y aunque, como en todas partes, existen limitaciones asociadas con el transporte, la adquisición de algunos bienes y consumos e, incluso, de productos alimenticios, en Jíquimas existe un consultorio, miniacueducto, bodega, casa para el trabajo comunitario, restaurante-cafetería, una escogida y la escuela. Allí se respira aires de bienestar, de vida sana y desprejuiciada, donde cada meta alcanzada suma y despierta nuevas iniciativas para bien de sus moradores.
LA COTIDIANIDAD
Sobre una yegua mora llegó al Consultorio Médico No. 24 un joven campesino para chequearse la presión arterial antes de irse al laboreo y de inmediato lo atendió Reina Gómez Rodríguez, la enfermera y vecina de esta comunidad, quien por más de 36 años se desempeña en esa humana profesión. “Aquí tenemos 450 habitantes, algunos con padecimientos de hipertensión o diabetes, pero nos llegan casos de leptospirosis, por tratarse de una zona rural con predominio de animales. Pero eso no es limitante para realizar todos los servicios sanatorios, incluso, suturas de heridas, si fuera necesario”.
Orgullosa de haber nacido en Jíquimas de Alfonso está Yania Alfonso Falcón, la doctora de la familia y residente de segundo año en la especialidad de Medicina General Integral. Ella asegura que, a pesar de atender a una población mayoritariamente envejecida, la covid no hizo grandes estragos: 36 personas enfermaron y una falleció.
“Ya recibimos y aplicamos las vacunas —acota— y solo tenemos dos embarazadas a las cuales no le quitamos la vista de encima, pero algo nos enorgullece: saber que, gracias a las oportunidades de estudio que ha dado esta Revolución, aquí residen otros tres médicos, entre ellos un especialista en Medicina Interna,”.
Hacia el otro extremo de la calle, que por ambos lados muestra casas sencillas y algunos negocios de trabajadores por cuenta propia, como el de chapistería y el de barbería, se trasladó el equipo de Escambray en busca de opiniones de sus moradores.
“Aquí la vida es muy sana y tranquila —asegura Gladis García Morejón, quien desde 1977 se radicó en Jíquimas—, y para suerte nuestra tenemos esta cafetería donde comprar alimentos para apoyar la merienda de los muchachos en la escuela y hasta el desayuno de los más viejitos”.
CON AROMA DE TABACO
Para los moradores de este caserío rural, que data de la etapa de la colonia, resulta imprescindible la permanencia de la Escogida de Acopio y Beneficio del Tabaco, una de las tres instalaciones de su tipo radicadas en el Plan Turquino de Fomento y que se identifica como una fuente de empleo para muchas mujeres de la zona, las cuales, durante varios meses, se emplean allí, y cuando se termina la materia prima, entonces se vinculan a los campesinos que cosechan la hoja en las inmediaciones de esta comunidad.
Bien lo sabe Elaine Alemán Cruz, su administradora, cuando habla de la forma en la que las llamadas despaladoras realizan su labor, con los requerimientos necesarios, para luego tributar el producto beneficiado a otros establecimientos del sistema en el municipio.
“Recibimos el tabaco de dos Cooperativas de Producción Agropecuaria y una de Créditos y Servicios radicadas en áreas de Jíquimas y Corina. Esta vez, por ejemplo, procesamos alrededor de 84 toneladas y, aunque la materia prima no alcanza para todo el año, tratamos de encontrar otras fuentes de ingresos, como la de recuperar y vender los ariques de yagua derivados del proceso o intervenir en la comercialización de los propios campesinos, con un beneficio económico para nuestra entidad”.
Casi al frente al minirrestaurante algunos clientes esperan por la última fritada de croquetas o por el pan con tortilla y refresco de frutas que acaban de elaborar. En su interior, un pequeño colectivo se empeña en hacer gastronomía con el ingrediente del perfeccionamiento, esa nueva modalidad que caracteriza al sector y que en Jíquimas estrenó recientemente una Unidad Empresarial de Base mixta, donde se combina el quehacer de dos establecimientos de este tipo con el de ocho bodegas dispersas por La Guanábana, El Cafetal, Corina, Sierra Alta, Sopimpa Hospital y Sopimpa Chale.
Sin duda, otro programa que trae beneficio para los moradores de estos predios y un gran un reto para quienes desde su posición como comerciantes o gastronómicos, buscan hasta las guayabas cotorreras, que antes se perdían entre el matorral, para convertirlas en jugos y dulces o simplemente compran los excedentes de cosechas a los campesinos del área para elaborar platos y generar ingresos a la UEB o incrementar el salario de sus trabajadores.
(Tomado/Escambray)
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