Vilo falleció el 30 de agosto del 2000 en la casa que habitada al lado del museo municipal de historia de este municipio. La tradición oral ha impedido que se olvide.
Por: Aramis Fernández Valderas
Entre pedradas, gritos, anécdotas y caricias, caminó las calles de
Cabaiguán por más de ocho décadas Manuel de Jesús Ramírez (Vilo), junto a los
desafinados tonos de la guitarra, escasa de cuerdas y la vara de pescar tantas
veces sin pita, porque según sus palabras las biajacas, eran amigas y venían
solas a la orilla.
“Mezcla de sangre canaria, andaluza, gallega y africana, Manuel de Jesús o Vilo, juntó en sus venas la identidad del cubano, hecha de la fusión de las razas y nacionalidades, que un día llegaron a Cuba”, como afirma el historiador Mario Luís López Isla, quien le despidiera el duelo al querido personaje popular.
López Isla también considera que Vilo tenía una fuerza descomunal, de ello fue testigo Tomeguín, boxeador espirituano invicto, hasta que la necesidad de unos reales condujo a Ramírez al cuadrilátero, también varias dependencias comerciales conservan las huellas del lanzador de las ¡ cien millas¡.
Hombre de película, peculiar lenguaje, amante de la pesca y los animales, enfrentó la crueldad machadista, por emprenderla a machetazos contra los árboles de un sitio, donde políticos tradicionales se debatían en el proceso electoral.
De pequeña cabeza, elevada estatura, gestos enérgicos, nunca pronunció su nombre, nunca supo su edad.
Quién pregunte por Manuel de Jesús Ramírez en Cabaiguán, tendrá la
negativa por respuesta, pero si dicen ¡ Vilo ¡; Todos tendrán su historia y hasta
el responderá desde la tumba,
¡Caballo ¡
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