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Juanito: el chofer de las sandalias (+ Fotos)

Ya no acelera ni frena pero Juanito quedó para siempre en la historia del transporte en Cabaiguán

Juanito
Juanito, el de antes y el de ahora

Por: Osbel Ramón Díaz Mondeja

Hoy subo al ómnibus del recuerdo y sonrisa por medio me recibe Juanito Márquez como siempre se le conoció en el gremio de los choferes.

Sus primeros giros detrás de un timón los realizó en pleno servicio militar allá por el 1962.

La fábrica de cemento Siguaney como chofer del ómnibus de los trabajadores conoció de su presencia. Pero la mayor popularidad de Juanito la alcanzó cuando en 1972 comenzó en la empresa municipal de transporte como chofer de las guaguas locales oficio donde estuvo hasta el año 2002 como todo un consagrado al volante.

Treinta años en esa profesión lo reafirmó para siempre en el recuerdo colectivo de muchas generaciones. Manejó todas las rutas existentes (19) y le llegó su jubilación hacia la zona rural de Pozas.

En la alcancía espiritual «recaudó» con satisfacción el ser uno de los selectos representantes de Cabaiguán en diferentes eventos internacionales como chofer: El festival mundial de la juventud y los estudiantes en 1978, los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1982 y los Juegos Panamericanos de 1991 fueron testigos de su presencia.

Encontrarme con él me remonta a mis años infantiles como compañero de trabajo junto a mi padre. Cada chofer además de los apodos siempre tiene algún detalle que lo identifica. En el caso de Márquez como también se le conoció fue la honradez, el amor a su esposa, cuatro hijos y de manera especial la cantidad de «sandalias» con las que siempre aceleró y frenó en su vida laboral.

Quizás muchos jóvenes lo recuerden no precisamente tras un timón pues luego de su jubilación se ganó la vida en la venta de pan al volante en su bicicleta a la cual le innovó un techo portátil y recorrió todas las calles de nuestro pueblo.

Ya no «transita» más allá de la sala de su casa porque las piernas no se lo permiten y su audición tampoco.

Recientemente cuando nos encontramos no faltó su sonrisa y alegría por la visita. Durante la entrevista le miré de soslayo en busca de su amuleto laboral, sus sandalias.

Aunque en esta ocasión no las encontré, jamás olvido que Juanito Márquez es uno de los tantos cabaiguanenses que supo caminar con la identidad laboral de todo un consagrado que entregó su vida por el respeto a los demás.

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