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Luís Seijas y el 30 de noviembre

La jornada del 30 de noviembre fue legítima expresión de nuestra más pura tradición combativa, y Frank País el alma de aquella gesta. Toda su energía, su capacidad de organización, su valor y su tenacidad revolucionaria, se consagraron en un levantamiento donde participó Luís Seijas y que constituye una de las páginas más heroicas de nuestra historia

Seijas

Por: Daisy Martín Ciriano (Licenciada en Historia)

Posterior a la entrevista de Frank País con Fidel en México, se acrecentó la certeza de la cercanía del derrocamiento de la dictadura y se conoció la proximidad de la llegada de hombres del exterior, aunque se desconocía la fecha. Durante este período Luis Seijas Echemendía se encontraba incorporado al Movimiento en la zona de El Cristo, en Santiago de Cuba.

Próximo a finales de noviembre fue convocado el jefe del Movimiento de ese lugar y recibió la orientación de acuartelamiento hasta que sucedieran las restantes acciones, entre ellas, la toma del cuartel, la extracción de dinamita de los polvorines, así como  la desactivación de dos puentes y un elevado para impedir la comunicación por la carretera de Songo a Santiago de Cuba.

Un grupo de veintidós hombres, entre ellos Seijas, fueron distribuidos para el acuartelamiento: unos para el manantial El Paraíso; otros, para la valla de gallos. Precisamente, para este lugar, fue Luis Seijas. Era 30 de noviembre de 1956, los jóvenes estaban prestos a hacer realidad la aseveración de Fidel: En 1956 seremos libres o mártires.

Las tareas a realizar fueron distribuidas al amanecer: un grupo volaría el puente sobre el río Guaninicum; otro tomaría el centro telefónico; mientras que Luis M. Larrea Santaló, Papi, Carlos Maceira Smith, Chon y Luis Seijas prenderían fuego a los cañaverales

Todos los revolucionarios conocían la orientación acerca de que mientras no se realizara el ataque al cuartel, no se efectuarían otras acciones. Así se cumplió. Al valorar la  carencia de armas para el enfrentamiento a los guardias del  cuartel, Arsenio Stable decidió la desmovilización del grupo y orientó a todos total discreción.

A finales de diciembre, el jefe del cuartel de la Guardia Rural comenzó a detener y expulsar a los revolucionarios más conocidos. En varias ocasiones, la casa y la tienda de los Seijas Echemendía fue objeto de registros y amenazas. En los meses siguientes se trasladaron a vivir para Bayamo.

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