sábado, noviembre 23El Sonido de la Comunidad
Shadow

Fidel es eterno

Nadie sabe cuántas veces Antonia Carbonell salió al patio de su casa de tejas y bloques al desnudo, al borde del Yayabo, para comprobar, con sus grandes ojos de 80 años, si por azar Fidel se encontraría de nuevo reclinado contra la baranda del paso superior del río, aquel hombre que en innumerables ocasiones vio por la televisión y con quien el 27 de julio de 1986 habló con la familiaridad de viejo conocido.

Fidel

Nadie sabe cuántas veces Manuel Pérez, el Puentero Mayor, también fallecido, relató su encuentro ese propio mediodía con Fidel, cuando este bajó del elevado; al Comandante lo vería otra vez en 1989 en la ejecución del puente sobre el río Zaza, donde no faltarían las recomendaciones del líder de la Revolución de que no abusara de la edad. “Ni me duelen los callos”, le respondió entonces Manolo.

En periódicos fatigados por el tiempo puede hallarse la comunión entre Sancti Spíritus y quien el 13 de agosto de 1926, se anunció al mundo ante la mirada de sus padres Lina y Ángel, en el Birán de cedros duros y hojas incasables, cercano al Camino Real.

Nacía Fidel, el elegido que se ciñó a la estrella y no al yugo; creció quien el 5 de enero de 1959 por fin arribó a Sancti Spíritus, envuelto en llovizna y con olor a Sierra, para regalarnos en la madrugada del día 6 la definición de la ciudad, que, a fuerza de sentirla y repetirla, hoy es un himno.

Sin una pizca en su sangre del controvertido Nostradamus, desde el balcón de la Sociedad El Progreso —hoy Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena—, auguró la obra inédita por levantar y las conjuras por venir, como la trujillista de agosto del propio 1959, que él mismo se encargó de abortar en Trinidad el día 13.

Pero, ¿en cuántas ocasiones también apuró sus pasos largos en las montañas del Escambray para dirigir operaciones contra las bandas terrorista, promovidas y financiadas por el gobierno de Estados Unidos? Al final, el guerrero no quiso grados sobre los hombros, los cedió a otros: “Brilló el patriotismo de los espirituanos en aquella lucha, lucha que costó vidas (…), que empleó parte importante del tiempo que necesitábamos para el desarrollo”.

Lo aseveró el 26 de julio de 1986 en la Plaza de los Olivos, y el elogio nos hizo más espirituanos; la misma gente humilde y laboriosa que quedó presa de la conmoción y el dolor, cuando el 25 de noviembre de 2016, Raúl informó por la Televisión Cubana que Fidel había partido físicamente. Desde, entonces, lo sabemos eterno.

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