viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad
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El amor en estos tiempos de inflación

Los enamorados se juran amor cada 14 de febrero, San Valentín busca en todos los timbiriches y catres algún regalo que le sea rentable…

Por: Lillipsy Bello Cancio

Mucho se habla por estos días de la inflación y las nefastas consecuencias que ha significado para la familia cubana, a la que los bolsillos se le vacían con la misma facilidad que ve pasar sus necesidades por debajo de la mesa y no acaba de lograr satisfacerlas (ni las espirituales y ni las materiales) con su salario.

Anhelos estos que cada vez que se acerca una fecha se convierten en “dolores de cabeza” cada vez más fuertes e inmunes a ningún remedio, por aquello de que la “subidera de precios” no tiene para cuando acabar: tal es así, que hasta el momento nadie se atreve a vaticinar el incremento de los precios del cerdo, el aceite o el arroz, por solo mencionar algunos ejemplos.

Claro que por esa empedernida manía que tenemos los cubanos de “no creer en fantasmas”, cuando otra vez es 14 de febrero, pocos se acuerdan de lo que padecieron la semana pasada porque no les alcanzaba para llegar al fin del mes o de cuántas limitaciones han tenido que padecer durante los últimos tiempos y con tremenda facilidad, así como quien da a entender que le cayó del cielo o se lo regaló alguien, desembolsan todo el dinero (que casi nunca es mucho ni tampoco suficiente) que guardaban en el fondo más oscuro y oculto de la casa para ese regalo que durante tanto tiempo han imaginado para el ser que aman.

La tradicional frase “no me vayas a comprar nada, que las cosas están demasiado caras”, se vuelve más frecuente por estos días… y hasta quizás encuentre oídos más receptivos, dispuestos a asumirla y voluntades más firmes obligadas a aceptarla porque ciertamente “la cuenta no da”.

Hay quien hasta lo convierte en meme, que no es más que la versión moderna de este mundo digitalizado de darle forma a la “jodedera” que por siglos nos ha definido y que ha hecho famosos a los cubanos por aquello de no encontrar similares cuando de divertirse a costa de sus propias desgracias se trata.

Pero… en medio de tanta pesadumbre, después de recorrer todas las “cuevitas” cabaiguanenses y agotada de traspasar el umbral de cada tienda de esas que venden en MLC, convencida de que ni ahorrando cuanto quilo pude arrancarle a no pocos de mis antojos, prefiero pensar que “el amor en estos tiempos de inflación” pueda volver a retomar su más bonita forma.

Sí… ya sé que soy una romántica sin remedio, pero ojalá (aun cuando sea por obligación y no por decisión), y vuelvan a tomar su justo valor la flor silvestre, arrancada del jardín que nadie plantó y que espontáneamente él arrancó para ella y que después de muchos años sobrevive (marchita y deshojada) entre las hojas de su libro favorito o el mensaje escrito en el espejo o pegado a la puerta del refrigerador.

Ojalá que gane el quiero la guerra del puedo, que los que esperan no cuenten las horas, que los que matan se mueran de miedo, que el fin del mundo te pille bailando, que el escenario me tiña las canas, que nunca sepas ni cómo, ni cuándo, que el calendario no venga con prisas… Ojalá que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena, que no te compren por menos de nada, que no te vendan amor sin espinas… que no te duerman con cuentos de hadas.

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