Al cumplirse el 65 aniversario del asesinato de Elcire Pérez González este 14 de marzo, www.rcabaiguan.cu transcribe la carta testamento que el mártir hiciera cuando era prisionero en el Castillo del Príncipe, a menos de cuarenta días de ser acribillado a balazos que le provocaron la muerte.
Habana, 4 de febrero de 1958
CARTA TESTAMENTO
Hoy llevo en el presidio alrededor de dos meses y diez días. La Historia de todos estos días es algo que jamás podré olvidar, a pesar de mi corta edad, pues tengo 19 años, no es la primera vez que estoy preso pero este ha sido la más dura y larga de las prisiones, nunca antes me había visto sometido a las torturas de los esbirros como esta vez cobardemente delatado por un señor que no tenía el más mínimo pudor y vergüenza y que junto conmigo delató una gran cantidad de compañeros que cayeron presos en distintas circunstancias y lugares.
Junto conmigo cayó preso un hombre a quien creí amigo, pero cuando llegó a la estación se transformó en un miserable delator que hoy es otro esbirro más de la dictadura. Mi situación en la Quinta Estación fue terrible debido a estas constantes acusaciones de estos dos señores que me acusaban de saber cosas relativas al movimiento 26 de julio, etc.
Quien no haya caído preso en circunstancias como la mía no podrá comprender lo que significa resistir, cuando antiguos compañeros en los grupos de los esbirros le hablaban a uno a uno de cosas ciertas que ellos saben o como son.
No me queda otro remedio que admitir sus acusaciones, el negarlo resulta inútil, ya que estaban descubiertos y solo conseguiría más golpes sin objetivo alguno.
Once días resultó mi estancia en la Quinta Estación, al cabo de los cuales fui remitido al Castillo del Príncipe (Vivac) donde todavía me encuentro. Soy un joven preocupado por los destinos nacionales, la única ambición que tengo es la de continuar mis estudios interrumpidos, después que se halla logrado el derrocamiento de la dictadura y la instauración en el poder de un Gobierno que se encause de los destinos nacionales hacia la meta de independencia nacional, Democracia y Justicia Social. También aspiro como todo joven a un hogar, tener hijos, y vivir decorosamente. Tengo a dos viejitos a quienes quiero con todas las fuerzas de mi alma y que constituyen mi mayor preocupación en estos momentos, pues pienso si no será demasiado tarde para ayudarlos, cuando esto haya terminado. Siento bullir en mi mente mil pensamientos diversos. Yo tengo ansias de perfección y cultura. Todos somos imperfectos, todos tenemos defectos, todos cometemos errores.
El subsanar mis errores, el perfeccionamiento de ser mejor, cultivar mi mente y elevar mi espíritu con mis aspiraciones individuales. Quisiera ser escritor para poder expresar con brillantes pensamientos todas mis ideas.
Del mundo de la idea, de la forma hay un abismo que solo puede elevarlo la palabra, dijo Bécquer… y yo me confieso incapaz de poder salvar este abismo cabalmente. Sin embargo, escribo para tratar de desahogar mi alma, como un escape de mis pensamientos, aunque lo haga mal, pues no escribo para nadie.
Madre, nombre sagrado. Yo tengo el orgullo de tener dos madres sobre una de ellas quiero escribir. La que me crió, la que ninguna obligación hacia mí tenía y todo me lo ha dado. La que todo amor tiene en su alma. La que ha sabido perdonarme todos mis defectos y malacrianzas, a que nunca me ha abandonado y siempre ha venido a mi lado en todas las circunstancias difíciles de mi vida. La que más ha sufrido por mis prisiones. Cuando mi madre verdadera estaba encinta de mí fu a dar a luz a su casa. Allí nací, me crió y ese hogar s para mí motivo de mis dulces recuerdos de mi infancia y mis primeros días de juventud. Hace poco más de un año que en él no puedo vivir debido a la persecución a que estaba sometido en el pueblo natal. El día que pueda regresar allá sin nada que temer ese será el día más feliz de mi vida. Mi mayor aspiración después del derrocamiento de la tiranía es recompensar a esos viejitos, dándoles el calor de mi cariño, por los días que le quedan en esta tierra de sufrimiento y dolores y no separarme más de ellos.
Ven carácter bondadoso
ven alma sin una mancha
esa es mi madre adorada
a quien quiero con el alma.
no es mi madre verdadera
la que también es muy buena
pero es mi madre de crianza
por eso tanto la quiero.
Elcire Pérez González
Castillo del Príncipe. Habana.
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