Ayudar a pequeños que presentan necesidades diferentes para su enseñanza y a familias más vulnerables se ha convertido desde mediados del 2020 en un hábito de generosidad de los trabajadores de las Tiendas Caribe de Sancti Spíritus
Con frecuencia, en las redes sociales aparecen esas imágenes de niños con mirada entre pícara y feliz cuando reciben un regalo: puede ser un jabón, algún alimento, ropa o una golosina. Cualquier detalle destapa la gratitud de ellos, sus familiares o los maestros que les educan en estos tiempos tan difíciles y de tantas carencias. Enseguida nace el abrazo del cuerpo y de las palabras con los trabajadores de las Tiendas Caribe.
Puede ser en un hogar de Fomento, en el Hospital pediátrico de Trinidad o en una escuela especial de Sancti Spíritus. Ya se ha convertido en un hábito el desprendimiento y la generosidad de los trabajadores de esta Cadena con los pequeños que presentan necesidades diferentes para su enseñanza o alguna vulnerabilidad.
“Hasta la escuela de Enseñanza Especial para niños ambliopes Abel Santamaría Cuadrado llegó una representación de los trabajadores de la Unidad Comercial El Perla de Cuba para donar productos básicos y compartir el amor que nos une (…), porque queremos que nuestros retoños sean felices aquí y ahora y también queremos que lo sean el día mañana, por eso tenemos que educarles en las emociones, en el amor, desde el amor”, reza un post en el perfil de Facebook de esta entidad el pasado 22 de febrero.
Y cinco días antes otra publicación en ese mismo espacio virtual anunciaba: “Hoy es un día muy especial para Osman pues está cumpliendo su primer añito de edad. Hasta su hogar que en estos momentos es el Hospital Pediátrico de Trinidad llegan trabajadores del Complejo Comercial Especial para entregar un bello regalo acompañado de mucho amor. Muchas felicidades a ese pequeño guerrero que al nacer perdió a su madre y que su lucha por la vida lo ha convertido en gigante”.
La altruista idea comenzó a mediados del 2020, en plena pandemia, para ayudar a las familias más vulnerables, que se seleccionaron de conjunto con el Gobierno y los trabajadores sociales: “Mensualmente les facilitamos la compra de productos de primera necesidad —pollo, picadillo, aceite, jabón, detergente—. Muchos son encamados, discapacitados, adultos mayores, niños enfermos. Al cierre de marzo solo en el municipio cabecera beneficiamos a más de 120 de estas personas”, detalló a Escambray Kenier Aguiar Ramos, director de la cadena Tiendas Caribe en Sancti Spíritus.
Y agregó que algunos también se han acercado por su cuenta a estas oficinas a plantearles necesidades reales y —siempre que las condiciones lo han permitido— los han vinculado a este programa: “Todos los que han llegado aquí los hemos atendido”, aseguró el directivo.
Entre ellos, la peña de los alfabetizadores con unos 150 miembros, los niños que reciben tratamientos de equinoterapia en la Feria Agropecuaria y otros necesitados de todos los municipios. Incluso, actualmente, en la ciudad espirituana les llevan estos productos hasta sus propios hogares a tres familias con limitaciones reales para salir de sus casas a buscarlos.
La iniciativa poco a poco se ha ido extendiendo a otros espacios, por ejemplo, a través de donativos a las escuelas especiales de productos de primera necesidad comprados con el aporte monetario de estos trabajadores y hasta la celebración de cumpleaños colectivos en esos centros.
A finales de diciembre la División recibió un contenedor con los muy demandados productos de canastilla —champú, gel de baño, jabón, aceite para bebitos, culeros desechables y toallas húmedas, entre otros—, y a través del Programa de Atención Materno Infantil se les vendieron a todas las embarazadas de la provincia para evitar acaparamiento y lucro con estos surtidos.
El gesto de desprendimiento ha merecido, además del aplauso de la sociedad, la gratitud de estos colectivos y familias, con quienes intercambian sistemáticamente en matutinos y otros espacios, donde se genera un ambiente cálido y afectuoso.
“En dependencia de nuestras posibilidades nos mantenemos atentos a sus necesidades y nuestros trabajadores tienen motivación y voluntad responsable de contribuir con estos niños y estas personas. Es muy emotivo estar con ellos y lo continuaremos haciendo”, concluyó Aguiar Ramos.
Y no resulta difícil encontrar la reciprocidad en personas como Zoe Díaz, quien sintetiza el sentimiento de los alfabetizadores: “La mayoría de nosotros no tenemos MLC, entonces nos acercamos a Kenier, a quien no conocíamos, pero que tiene un corazón gigante y nos asignó un módulo que nos hizo llorar a todos. La situación de la alimentación está difícil y por su gran ayuda él se ha convertido como en un hijo para nosotros. Con frecuencia visitamos Tiendas Caribe, celebramos matutinos y compartimos nuestras experiencias. Allí nos quieren y respetan. Si un día no tienen nada que darnos, vamos a seguirles agradeciendo”.
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