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Si no hay materiales no se construyen casas

Ante las carencias de algunos recursos imprescindibles, urge recurrir a la producción local para levantar casas

Si hay una verdad tan grande como una casa es que el programa de la Vivienda en Sancti Spíritus hace años que no acaba de despegar como se requiere por estos tiempos para resolver un déficit habitacional acumulado por el deterioro ocasionado por el paso el tiempo y de eventos meteorológicos, la necesidad de inmuebles para personas en desventaja social y el lógico crecimiento e las familias.

En los últimos tres años el retroceso ha sido más que evidente por las conocidas causas de corte económico, el recrudecimiento del bloqueo y la pandemia que limitó recursos imprescindibles, entre ellos acero y cemento que se obtienen solo a escala industrial, algo que forzó a las industrias locales de materiales de la construcción a tomar un protagonismo que hasta hoy no han conseguido.

De hecho, tanto ha patinado lo que se puede hacer localmente que hace alrededor de cuatro años se montaron 46 pequeñas industrias para la producción en los municipios que tenían hasta tecnología de donativos de organizaciones vía Penud, Prodel y otras colaboraciones. La mayoría hoy son locales cerrados por la falta de cemento y áridos hasta quedar solo una veintena que como se dice en buen cubano, laboran a media caña.

 Lo cierto es que culminó el primer trimestre del año en curso y continúa el déficit de materiales en las unidades de Comercio y ente el atraso del plan de viviendas sigue incidiendo la afectación en los niveles de bloques y de acero exige un incremento en la producción de ladrillos, otros elementos de paredes y la incorporación de las placas de bóvedas para la solución de las cubiertas.

Ante este panorama marcado por el déficit de cemento, áridos y acero, la producción de ladrillos y otros elementos constituye la opción más viable para respaldar el programa de construcción de viviendas y rescatar una de las tradiciones más longeva de una provincia donde la cerámica se ha trabajado durante siglos, confirma Noel Cardoso, director de la Empresa Productora de Materiales de la Construcción en Sancti Spíritus (Promac).

“Esta empresa tiene centros en todos los municipios pero la producción local es más que eso, es todo lo que no sea de la industria nacional que se hace localmente en Sancti Spíritus y en la misma medida va al programa de viviendas que incluye las inversiones del plan estatal, algo para lo que supuestamente está la Empresa de Materiales de la Construcción (Emcos), pero ese programa también incluye el esfuerzo propio y las células básicas habitacionales que se entregan por la vía del subsidio y  Promac, la Emprova, la Agricultura que tienen que dar respuesta de elementos de pared y piso y ellos y la Emcos proporcionar los áridos para la elaboración de insumos como viguetas y tabletas, detalla Cardoso.

Y es que la escasez de cemento preocupa a quienes trabajan en las minindustrias donde se elaboran bloques, mosaicos y losas donde se recolecta materia prima o piedra de potrero para áridos en ausencia de un respaldo de materiales que sea suficiente para producir lo que está escrito en planes.

Al cierre del primer trimestre Promac sumaba incumplimientos en lo planificado y pérdidas en todas sus unidades físicas, de una producción calculada sobre la base de unidades hormigón, algo impensable por el insuficiente suministro de cemento, acero y áridos, de modo, que, por ahora, la estrategia más lógica sería apostar por la producción de ladrillos de barro como la alternativa más viable y económica, en aras de cumplir con uno de los encargos sociales de mayor relevancia en el país.

No será fácil volver a la antigua, pero Sancti Spíritus tiene tradición en el manejo del barro, un territorio dónde funcionan unos 50 tejares estatales, y otros son operados por trabajadores por cuenta propia, los cuales sostienen un peso importante en la fabricación de los ladrillos de barro utilizados para levantar paredes o techos en forma de bóvedas, una técnica en la cual la provincia acumula mucha experiencia.

Sin embargo, para emprender una ofensiva en la producción de ladrillos, habrá que hacer reparaciones, abrir nuevas unidades, y donde sea necesario crear las condiciones necesarias, en aras de poder explotar la totalidad de las capacidades productivas existentes, muchas de ellas a veces desaprovechadas.

Se impone, entonces, volver a reconstruir el desarme de alrededor de 12 hornos (de los 25 con que cuenta esa empresa), que estaban paralizados, en su mayoría en estado de derrumbe, para poder incrementar la producción de ladrillos casi un 30 por ciento, de modo que Promac llegue al final del año con 2 000 000 de unidades, a los cuales debe sumarse una cifra similar que aporten el resto de las industrias locales, incluidos  los tejares y entidades como la Agricultura, CCS, Minint y los particulares, para llegar al final del año con alrededor de 4 millones de ladrillos.

También será otro rompedero de cabeza, una vez reparados los hornos, recuperar la mano de obra que ha emigrado hacia otras opciones de trabajo por cuenta en busca de una mejor remuneración y, ¿por qué no? volver a acostumbrarse al barro, una labor que es toda manual y es muy rústica, pero es un elemento natural que no necesita de otros componentes como el cemento, para hacer un buen ladrillo.

Lo que sí es innegable es que, sin producción local de materiales de la construcción, no habrá más casas y es una utopía la política de la vivienda. Sobran ejemplos de lo que se puede hacer en ese sentido entre ellas las producciones alternativas que salen de las industrias locales en Taguasco que tributan al programa de viviendas y de cómo en otros tiempos la provincia ha sabido con voluntad y la vergüenza del hombre transformar el fango en un elemento útil y necesario para edificar las casas.

Retomar la cerámica ofrece por estos tiempos la posibilidad de ajustar la capacidad fabril a la necesidad comunitaria, puede hacer que la ciudad crezca y las personas construyan por esfuerzo propio y es ahora mismo un camino irrenunciable para no detener los programas constructivos ya encaminados.

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