Efraín Gotera Cruz, constituye uno de los tantos cabaiguanenses que participó en las luchas clandestinas y revolucionarias y es uno de los hijos insignes de Cabaiguán
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
La emigración canaria al pueblo de Cabaiguán, esparció sus huellas en diferentes esferas de la sociedad. También en la lucha clandestina y revolucionaria muchos de sus descendientes formaron parte de los hombres que hicieron la revolución.
Dentro de estos hombres se encuentra Efraín Gotera Cruz. De origen humilde e hijo de un palmero, fue el segundo hijo del matrimonio de José Gotera Triana y la cubana María Cruz Hernández. Con mucho esfuerzo sus padres le costearon los estudios primarios y secundarios, hasta matricular en la Escuela de Comercio en Sancti Spíritus.
En 1957, se incorporó a trabajar como pistero en el garaje Oria. Allí se relacionó con jóvenes del Movimiento 26 de Julio e integró la célula de la organización junto a José Juan Veitía, Esteban Hernández, Juan Nápoles y los hermanos Lemus, entre otros.
En este mismo año se dan los sucesos de La Llorona y poco después sube al Escambray y se incorpora con la guerrilla de Enoel Salas, hasta la llegada del Che al lomerío.
Como miembro de la Columna 8 y dentro de sus acciones más notables, está la captura de una rastra cargada de arroz que se encontraba estacionada en el garaje Oria y su posterior traslado al Escambray. También participó en el sabotaje al puente de Macaguabo, interrupción de líneas férreas y otras acciones realizadas en horario nocturno.
Cuando se decidió la toma de Cabaiguán, estuvo presente junto al Che, en Cuatro Esquinas, durante la organización de la estrategia a seguir para el ataque. Cubrió las acciones en la microonda. Una vez liberado el pueblo, continuó con la tropa hasta Placetas. Después regresó a Cabaiguán y posteriormente, bajo las órdenes de Armando Acosta, marchó hacia Jatibonico.
Después del triunfo revolucionario, Gotera ocupó responsabilidades militares en Santa Clara, Calabaza, el Jíbaro y el Escuadrón 39 en la región. Posteriormente laboró durante más de 25 años en La Refinería Sergio Soto, donde integró el Órgano de Justicia Laboral de Base. Hoy, este pequeño valiente está de cumpleaños. Durante estos 87 años, ha recibido numerosas condecoraciones que avalan su conducta, pero entre ellas, brilla más que todas, la medalla invisible que le cuelga su pueblo, repleta de admiración y cariño.
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