La campaña 2022-2023, que inició con atrasos en la plantación y ha convivido con limitaciones diversas, va camino a convertirse en una de las más deprimidas vegas tabacaleras en Sancti Spíritus
Ni siquiera el aval de haber sido durante décadas la perla del campo espirituano le ha valido al tabaco para escapar de los problemas que azotan la campiña; tampoco la estrategia de buscar mayor rendimiento y producción en menos áreas salió como se esperaba; ni siquiera el hecho de asumir la campaña con los productores que obtienen mayor rendimiento agrícola y disponen de mejor infraestructura —algo así como el equipo Cuba del sector en Sancti Spíritus— pudo llevar la cosecha a los niveles previstos en la modalidad sol en palo, de donde sale el grueso de la hoja en el segundo territorio más productor del país.
Si el lado flaco que envuelve la contienda 2022-2023 no es más frágil obedece a que la provincia sacó adelante la cosecha de tabaco tapado, una modalidad concebida específicamente para garantizar capas al torcido de exportación; de ahí el mejor aseguramiento de los recursos en el momento que se requiere y el pago en divisa que reciben esos productores.
Sancti Spíritus siempre hizo carrera alrededor de la vega tradicional, el llamado tabaco sol en palo; sin embargo, desde hace casi una década el territorio incursiona en el tapado, un encargo de país en busca de amortiguar los déficits de capas ante el azote de los huracanes en el occidente cubano, el escenario principal para ese cultivo.
Al paso de los años, la provincia ha devenido una plaza de relevancia si de aportar capadura para los habanos se trata; tanto que el parto iniciado en el 2014 por 15 cosecheros que aportaron unas 20 toneladas no ha dejado de crecer sostenidamente, en tanto la nueva campaña en preparativos tiene inscritos 116 productores y contratadas 325 toneladas de tabaco para capas, cifras inimaginables al comienzo.
Además de ser un cultivo abrazado, principalmente, por vegueros jóvenes y demandar gastos respetables, el tabaco tapado tiene a favor no solo el incentivo de la divisa, sino también un pago en moneda nacional muy ventajoso, que lo separó muchísimo de la hoja cultivada a pleno sol.
Las manchas que arrastra la vega destapada no están asociadas a las tradicionales enfermedades del moho azul o la pata prieta, ni a la necesidad de aposentos; tampoco guardan relación con lo que durante muchos años fue la cruz del tabaco en Sancti Spíritus: la falta de madera.
El bache productivo tiene como punto de partida la carencia de recursos y, cuando llegaron, muchas veces fue a destiempo. Baste decir que por esas razones el programa de siembra se desfasó más de un mes, por lo que prácticamente la campaña nació torcida. Lo corroboran algunos datos: en noviembre —mes idóneo— se debió sembrar el 70 por ciento del programa de plantación, mientras se alcanzó solo el 22 por ciento. De ahí brotan muchos de los malos resultados de la cosecha, pues este es un cultivo exigente a su estación.
A sabiendas de comprometer el rendimiento agrícola en un calendario desfasado, pero como alternativa para sortear los obstáculos, la provincia desplazó para enero la siembra de 286 hectáreas, el 21 por ciento del total plantado en la contienda, 1 365 hectáreas. O sea, la campaña inició con atrasos en la plantación y cerró esa fase con la siembra tardía.
A las limitaciones de combustible, que achicaron en los primeros meses del año el riego de agua en las plantaciones de tres pases a uno, se añadió la sequía. Datos oficiales cuantifican la pérdida de casi 300 hectáreas de tabaco por el agotamiento de las fuentes de abasto de agua. De tal inventario de impactos se deriva que, a la fase de capadura —segundo corte después del principal— se llevó solo el 30 por ciento del área de tabaco sol en palo.
En medio de un escenario tan desfavorable, no puede obviarse el trabajo de los productores por tratar de sacar adelante la cosecha en condiciones atípicas para un cultivo que tradicionalmente tenía estabilidad en el respaldo de insumos. Si algo le añade gravedad a un renglón importante en el esquema económico provincial y nacional son los gastos, en particular, los provenientes del pago a la fuerza de trabajo, asunto que se agrava.
No es cuestión de hacer la autopsia a un muerto, sino de ubicar algunas de las razones de la caída productiva, como quiera que, entre las cuentas negativas de la cosecha, figuran haber recolectado 328 416 cujes, el 59 por ciento de lo previsto en el tabaco sol en palo; a todas luces, la producción más baja del territorio para una campaña de este tipo, por lo que ahí está el punto débil del cultivo.
Tal recaída no puede achacarse solamente a la carencia de recursos, del agua, mucho menos verse como obra de la casualidad; entre las causas pueden citarse que a un grupo de productores la ficha de costo del cultivo no le es rentable; es decir, gastan más en esa producción que lo que van a ingresar, cuando se sabe que, en este cultivo, esa fórmula siempre fue al revés.
Tal situación desmotiva e, incluso, pone en riesgo la continuidad de la vega, a no ser que cambie la correlación del pago en la modalidad sol en palo, surtido destinado en parte a la exportación en rama y, en otra medida, a materia prima para la industria cigarrera; por cierto, un mercado que más adelante pudiera verse comprometido si no se sostiene la producción agrícola. Otra razón a no soslayar apunta a que, con el recurso que llega, se protege primero al tabaco tapado.
Más que esperar la terminación del proceso de acopio de la hoja para determinar los resultados productivos de la contienda, la nueva alarma proviene de la campaña por delante, que recién ajustó la contratación, pero deja ver apreciables atrasos en la preparación de tierra. Además de lo desestimulante que se ha vuelto para muchos vegueros sembrar tabaco sol en palo, aparecen otras razones que influyen en dicha demora: los altos costos de producción, el encarecimiento de la fuerza de trabajo, la inseguridad con los recursos y la falta de aposentos y agua.
Mientras, Sancti Spíritus ve transcurrir una campaña que inició con atrasos en la plantación, pasó por la siembra tardía, convivió después con limitaciones de recursos y la falta de agua y va camino a convertirse en una de las más deprimidas cosechas tabacaleras del territorio.
Trabajar en la recuperación y estimulación de la producción de tabaco sol en palo —debe prevalecer como la producción principal— se vuelve, más que prioridad, una urgencia, porque perdería aroma la campiña espirituana si un día se apagara este cultivo de elevado peso económico y hondo arraigo rural.
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