Por Aramis Fernández Valderas
Estefany Corona Catalá este 28 de abril cumple sus 15 años. Como es costumbre entre los cubanos la fecha se celebra a todo tren y su padre, Antonio Corona (Grande entre los parranderos de Guayos y conocido artesano) tal vez tallaría velas de ébano negro para adornar el kake y preveía hasta los voladores.
La Covid-19 cambió el panorama. Imposible reunir a los amigos y familiares de la quinceañera, intercambiar cervezas, tragos de ron o la coctelería. No se puede dar abrazos ni besos.
Sin proponérselo, el cabaiguanense, confirma mi tesis de que frente a la pandemia, no existe el aislamiento social, sino el aislamiento físico y esto lo proporciona la existencia de las redes sociales y todos los medios de comunicación.
Es imposible que en el siglo XXI se instaure la separación social de los seres humanos, si en realidad somos humanos gracias a la vida en sociedad y la interdependencia de unos de los otros y a la vez de todos con la naturaleza.
Podemos no tocarnos, no besarnos en el rostro, no abrazarnos cuerpo a cuerpo; pero es imposible vivir sin hablarnos, sin escucharnos, sin trasmitirnos sentimientos. Estar separados los cuerpos, no significa tener separadas las almas.
Ante la hecatombe en que vivimos; el pariente de Santiago de Cuba no puede llegar a Cabaiguán, pero sí diariamente se hace ineludible preguntar por el primo, intercambiar par de palabras e incluso verse por WhatsAPP.
Ahora puedo decir a Tony Corona, ataviado con el clásico nasobuco cubano en su perfil de Facebook que su hija si celebrará los 15, primero en las redes donde leo lindos comentarios, expresiones distintivas de que solo estamos aislados físicamente y que en un futuro, aunque ya tenga 16 lucirá preciosos vestidos, bailaran el vals, la colmarán de besos, la estrujarán con los abrazos; ah, los voladores Tony, los voladores no pueden faltar en la segunda versión de los 15 de Estefany.