Las tradiciones del campesinado cubano difieren un tanto en cada región del país por su nomenclatura o modo de uso, pero siempre permanecen en la memoria tangible o intangible de la sociedad como es el caso de los yugos de madera
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Para muchos hoy ha quedado muy atrás la preparación de las tierras de labranza a partir del uso de primitivo de la coa y un poco más cercano la surquerías realizada con arados de diferentes formas.
Pocas personas conocen que la habilidad de confeccionar los yugos para bueyes y otros animales adaptados a la labor, requiere de gran habilidad, hasta para la selección del material para su elaboración. Hoy aún perviven algunos campesinos, que a fuerza de cuchillos, hachas y machetes, logran moldear un madero hasta lograr la confección de un yugo.
Sin este instrumento no se puede utilizar al animal para surcar la tierra que se pretende sembrar. De forma curiosa y sin instrumento que lo guíe hombre y animal trazan largos surcos en la tierra con el arado, de forma tan paralela que tal parece que utilizaran un instrumento para marcarlo.
Los yugos tienen diferentes formas de acuerdo con el uso a que se dediquen. Existe uno, pequeño con una sola curva que se ocupa para realizar cuidadosos labores en plantaciones de frijoles y otros donde el hombre y el animal tienen que realizar su trabajo con cuidado para no dañar el cultivo. Otro, tiene capacidad para que la yunta trabaje, en sembrados como el tabaco y maíz que fueron plantados a mayor distancia. El yugo más común es el que al colocarse, los animales quedan muy cerca uno del otro, llevan guías, barzón, frontiles, coyundas y bozal, si lo necesitare, pero este, no solo se usa para trabajar con los animales en las araduras de tierra, sino también cuando tiran de una carreta o carretón.
Lo más significativo de este uso y de su elaboración, es que los campesinos no tienen que salir en busca de carpinteros especiales para realizar la confección de este implemento. En las propias sitierías existen personas amañadas, que logran dar forma a los duros tallos de güira o de chota para sacar de ellos excelentes instrumentos, los que luego tendrán una larga vida acompañando al campesino y a sus laboriosos animales durante muchos años bajo el sol y la neblina mañanera en las sitierías.
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