jueves, noviembre 21El Sonido de la Comunidad
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Las Palmeras de nuestros campos

Por Daisy Pilar Martín Ciriano

Desde mucho tiempo atrás el campesino cubano ha utilizado la palma real en cada una de sus partes: hojas, tronco frutos y en cada uso ha demostrado su habilidad.

Tiempo muy atrás se solía ver cercano a los caminos reales, los pequeños bohíos campesinos con paredes y techos procedentes de la palma real. Con gran pericia limpiaban la tea del tronco y construían las paredes del bohío. De igual forma lo hacían con el techo. Para ello cortaban las pencas de dos o tres palmas, según necesitaren, hasta colocarlas bien junticas y apretadas en los techos de las viviendas y de los ranchos. Lo cierto es que estas hojas no permitían que penetrara la lluvia. Así podían cubrirse del agua y del sereno.

Y qué decir de las cobijas de los ranchos vara en tierra. Éstas, aunque de poca altura sirvieron más de una vez como techo para estas construcciones.

También los ramos de palmiche son excelentes y nutritivos manjares para cerdos y caballos, sin desaprovechar las ramas secas con lo que las campesinas construyen sus escobas.

Lo cierto es que de la palma real, se utilizan todos y cada uno de sus partes y todas dan un verdadero beneficio al campesino.

En la actualidad los campesinos no necesitan el tronco de la real para las paredes de sus casas, pero sí necesitan los racimos de palmiche, de rojos granitos, que le fascinan a  los cerdos, los que demuestran su ingestión cuando su cuerpo es frito a puro fuego y ofrece en ese momento un chisporroteo poco común, cuando  fríen los chicharrones.

Aún cada campesino preserva las palmeras, porque a su juicio son de mucha utilidad, por tanto permiten que crezcan en orillas y bajíos a fin de que nunca desaparezcan de sus fincas.

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