viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad
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Las otras caras del déficit de medicamentos

En Sancti Spíritus, acaparadores, revendedores, coleros y otros negociantes han encontrado en el déficit de medicamentos la puerta de entrada para engordar sus bolsillos, a costa del dolor de enfermos y sus respectivas familias

medicamento

Cusa tiene malas pulgas, y después del madrugón de ayer en la cola de la farmacia, más todavía. Para comprar el Enalapril, allá se fue con sus achaques: diabetes, hipertensión, y para colmo, una colostomía (bolsa y manguera de por medio) que ni siquiera el holgado vestido logra disimular. Salió hecha un papelillo y con razones en la punta de la lengua.

“Las coleras duermen allí; por la madrugada reparten los primeros números y los venden. Luego, por la mañana, los afortunados llegan así de fácil y compran. Siempre hay una colera que es la directora de la orquesta.

“¿Y eso quién no lo sabe? ¿Tú crees que las dependientas no las conocen, si son las mismas caras siempre? Busca en los grupos de Sancti Spíritus en las redes sociales para que veas que, al poco rato de empezar la venta, la gente ya los está publicando. Se ve clarito que son medicamentos cubanos. Yo sí digo la verdad, para que no haya jucu jucu ni agüita por la nariz”.

PUNTA DE LA MADEJA

En una delgadísima hoja de papel —cuando más dos— pegada en la puerta de entrada de cualquier farmacia espirituana cabe la relación de medicamentos disponibles para un día de venta por consultorio médico. Es esta, diríamos, la fotografía exacta de la crisis que hoy pone contra la pared al sistema nacional de Salud Pública y al eslabón más débil: los pacientes y familiares. La carencia de medicamentos es, sin duda, la punta de la madeja que lo mueve todo, hasta los ríos nauseabundos donde suelen pescar coleros, acaparadores, revendedores y otros negociantes.

Es bien sabido —alega la licenciada Damaris Zabalo Calero, directora general de la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas— que los consultorios médicos están vinculados a una unidad farmacéutica específica, la cual aplica una rotación por día para estos y distribuye, mediante un sistema computarizado, la cantidad de medicamentos a expender atendiendo a la cifra de pobladores de los consultorios. Cada 15 días, tiempo antes de iniciarse la venta, se publica la relación de nuevos fármacos a disposición de los necesitados.

Desde el punto de vista organizativo, pocos discreparían de este sistema, cuya efectividad se ve lesionada por el escasísimo número de fármacos disponibles para la venta.

¿Cuál es el mecanismo para que lo poco que entra no tome rumbos equivocados?

“Nosotros tenemos una secuencia de visitas sorpresivas, y cuando ha sido detectada cierta violación, las medidas han sido drásticas, responde Zabalo Calero.

“En redes sociales se han denunciado situaciones puntuales, y cuando hemos ido a esa unidad, no se ha detectado violación alguna; se ha confirmado que todo está anotado, incluso, en el tarjetón del paciente.

“Si existiera algún trabajador del sector farmacéutico o cualquier otro ciudadano inescrupuloso que esté vendiendo medicamento salido de nuestras unidades, estamos abiertos a que nos contacten para tomar cartas en el asunto”.

¿Quién dice qué y para qué? Se pregunta Cusa, quien, una y otra vez, aprecia ante sus ojos el mismo panorama: caras que se repiten, con las mismas jabas y la misma desvergüenza.

Aracelia Álvarez Valero, administradora de la unidad 660, en la calle Sobral, de la ciudad espirituana, dice tener las manos atadas ante esta realidad.

“Hay pacientes que ahora van al consultorio, luego van para el hospital, luego para el policlínico. De esa manera se hacen de dos y tres recetas con distintos nombres. No sé cómo se las arreglan, pero lo hacen. Si vienen con una receta que es, además, un documento legal emitido por un médico con sus datos, su cuño y pertenecen a un consultorio de esta farmacia, nosotras no somos nadie para decirles que no se la vamos a despachar.

“Claras sí estamos de que todas las semanas esa persona no puede estar enferma de lo mismo. Entonces, el día de la venta vienen los pleitos en las colas, las discusiones. Los pacientes nos faltan el respeto, nos dicen descaradas.

“Mientras exista baja cobertura, la población estará insatisfecha. No está entrando nada de analgésicos, antibióticos muy pocos. A veces una se pone en el pellejo de los demás y es verdad, es algo real porque nos enfermamos y no tenemos el medicamento y hay que pagárselo a la gente en la calle a precios que parten el alma”.

Algunos pacientes y familiares consideran que ustedes, puertas adentro de la farmacia, hacen rejuegos con los medicamentos. ¿Hasta dónde les asiste la razón?

“Los pacientes sí dicen: ‘Se acabó el medicamento porque los tienen escondidos’. Ahí es donde yo salgo y les respondo: ¿Quieren venir a revisar? Vengan y cuenten para que vean que hemos sacado lo que corresponde”.

RECETAS DE COMPLACENCIA, MAL DE MALES

¿Las recetas de complacencia emitidas por algún que otro médico es un mal que dura cien años? ¿Cuál será el destino final de los medicamentos adquiridos a través de este modus operandi? ¿Quién niega que sea también fuente de reventa en el mercado informal?

“Las recetas de complacencia no existen en el programa de formación del médico”, afirma categóricamente el doctor Héctor Luis Hurtado Luna, jefe de sección de Atención Primaria en la Dirección Provincial de Salud.

“El médico desde su formación conoce que las recetas se emiten en el momento en que el paciente está enfermo o es portador de una patología que, aunque no esté descompensado, lleva un medicamento”, expone Hurtado Luna.

La emisión de las recetas de complacencia está asociada a la baja cobertura de fármacos en la red de farmacias. “Al no existir o venir indistintamente, las personas quieren tener la receta para evitarse el trámite de buscar otra cuando el medicamento llegue. Como se sabe, estas vencen al mes de emitidas —sostiene el directivo—. Se han hecho múltiples acciones para lograr un control sobre esta problemática”.

¿Y se ha logrado?

Infelizmente, no. No podemos cejar en ello, y en insistir a los médicos que tienen que hacer más clínica. Existe un comité farmacoterapéutico en los policlínicos de cada uno de los municipios encargado de hacer estudios sistemáticos en las farmacias para determinar los médicos que tienen dificultades con las recetas.

COLAS PARA PERSONAS CON DISCAPACIDAD: ¿DEGRADADAS?

Un cuadro lamentable se ha vuelto casi ley a la entrada de no pocas unidades farmacéuticas de la provincia: la degradación de las colas de las personas con discapacidad; opción dada en Cuba a los ciudadanos vulnerables y que en la práctica se ha distorsionado, o más directamente, prostituido, porque otros individuos con padecimientos como la diabetes mellitus, o con bastones, no integrantes de ninguna asociación, apelan, también, a esta vía de compra.

Tal indisciplina social podría enfrentarse —según Marisol García Acosta, vicepresidenta provincial de la Asociación Cubana de Limitados Físicos Motores (Aclifim)— con la exigencia, por las administraciones de las farmacias, del carné acreditativo de pertenecer a esta u otra asociación oficialmente aprobada.

“El dependiente está en el deber de pedir el carné de asociado, que es un documento facilitador social al cual se le debe respeto. Sucede que los donantes voluntarios de sangre, los diabéticos y todo aquel que porte un bastón hacen la misma cola de personas con discapacidad, y esa indisciplina la convierte en un caos en determinadas farmacias.

“Hay, además, personas con discapacidad que son manipuladas por los familiares y por la propia población y, en muchos casos, les pagan para que les compren los medicamentos, quién sabe para quién y con qué finalidad. Muchos ya siembran actitudes de rechazo en parte de la ciudadanía, y ello afecta la reputación del resto de los asociados. Ya se han identificado a algunos asociados, reiterativos en esta indisciplina, y han sido advertidos”, enfatiza la vicepresidenta de la Aclifim en la provincia.

POR LOS LABERINTOS DEL MERCADO NEGRO

A ratos, vienen como en lontananza las palabras magulladas de aquella madre trinitaria que en una emisión sabatina del programa radial Criterios hacía la denuncia: “Tengo una niña que toma Clobazam; no puede tomar otro anticonvulsivo. Hace unos meses que no entra a la farmacia; sin embargo, lo encontramos en Revolico y pagamos hasta 900 pesos por cada cajita; pero hay meses que nos las vemos apretados. ¿Qué me hago yo con ese pobre angelito?”.

La garganta se anuda. Y pensar que los bolsillos de muchos, sentados ahora mismo en un cómodo butacón de la casa, engordan a costa del dolor ajeno. Lo lamentable es que a los pacientes no les queda otra alternativa para acceder a determinada medicina.

Incuestionablemente, los laberintos del mercado informal, también llamado negro, se volvieron más turbios desde la entrada en vigor de una normativa del Ministerio de Finanzas y Precios, a mediados de junio de 2021 y prorrogada luego en más de una oportunidad, que permite a las personas naturales importar medicamentos, alimentos y artículos de aseo como equipaje acompañado, sin límites en su valor y sin pagar los aranceles de Aduana.

No obstante, “pescadores de buen anzuelo” se han aprovechado de la implementación de esta medida gubernamental, llena de buenas intenciones y que no pocos se han encargado de distorsionar su verdadero objetivo.

El déficit de fármacos, que le duele a la familia cubana, no cayó del cielo. En noviembre pasado, el entonces presidente del Grupo Empresarial BioCubaFarma, Eduardo Martínez, explicó que, en el caso del financiamiento para las materias primas, aunque tengamos el dinero, existen problemas en el pago a los proveedores, debido a las negativas de los bancos de trabajar con Cuba. Es una dura realidad impuesta por el bloqueo de Estados Unidos.

Esta certeza, sin embargo, no justifica que la indolencia campee por su respeto. Acciones de enfrentamiento a la venta ilegal de medicamentos durante 2023, por ejemplo, hicieron posible la radicación de 14 denuncias por los delitos de actividad económica ilícita y receptación, con mayor incidencia en los municipios de Sancti Spíritus, Trinidad y La Sierpe.

Según la información confirmada a Escambray por el teniente coronel Erasmo López Bernal, jefe del Grupo de Información y Análisis de la Policía Nacional Revolucionaria en Sancti Spíritus, la mayor cantidad de personas imputadas (15), rebasaban los 30 años y no poseían vínculo laboral alguno.

Lo más relevante —a juicio de López Bernal— fue la ocupación de grandes cantidades de medicamentos (de producción nacional e importados) en viviendas particulares, desde donde se realizaba la comercialización a precios abusivos y especulativos.

Para ponerle coyundas al problema, el sistema del enfrentamiento del Ministerio del Interior realiza visitas semanales a las farmacias de la provincia para dar seguimiento a los medicamentos controlados; medida para neutralizar a los acaparadores de estos productos. Como resultado de estas acciones, el pasado año se detectaron y, por tanto, fueron sancionadas dos trabajadoras del sector farmacéutico.

Está demostrado que en el mercado informal los vendedores operan con traje de camaleón. Las ventas —explica López Bernal— las ejecutan de modo encubierto, principalmente en las redes sociales, mediante la utilización de perfiles falsos para el ejercicio de esta actividad económica ilícita. La venta de medicamentos, aunque sean importados, constituye una tipicidad delictiva, aclara.

Los coleros —agregó— no son enfrentados por la comunidad como se quisiera, pues aún existe tolerancia.

A juzgar por la dimensión que hoy alcanza este fenómeno, parte de la población considera que debe existir mayor enfrentamiento de la fuerza policial. ¿Qué opinión le merece ese criterio?

“Hay un oficial en el sistema que da seguimiento a las redes sociales; es lo que más estamos intencionando; pero necesitamos las denuncias de la población y las pruebas, porque si usted no tiene elementos probatorios no se puede acusar a nadie. Tiene que existir vendedor y receptador. Y las personas no quieren denunciar por el 106 (número telefónico). El enfrentamiento es un problema de todos, no solo de la Policía y del resto del sistema ministerial”.

Acaparadores, vendedores sin escrúpulos, precios de infarto, emisión de recetas por complacencia, coleros que a chancleta limpia establecen territorio; miserias humanas, que nadie puede justificar en las carencias.

Por ello, Cusa tiene malas pulgas; diabética e hipertensa y para colmo, con una colostomía, regresó echa un papelillo de la farmacia con uno solo de sus medicamentos y con miles de razones en la punta de la lengua.

“Hay muchos sinvergüenzas. Ustedes pueden tirar una foto hoy a las coleras, y cuando vengan otra vez, tiren otra, verás que son las mismiticas. Ahí está la prueba para que no haya jucu jucu ni agüita por la nariz”.

Tomado de: Escambray

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