La canaria Dedicación Álvarez Silva desde su llegada a Cuba en 1935 dejó una impronta en el arte del bordado en este municipio de Cabaiguán
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Cuando se habla de bordadoras canarias en Cabaiguán hay que resaltar la obra de Dedicación Álvarez Silva. Natural de Breña Alta, llegó a Cuba en 1935, casada con el cubano Juan Silva Felipe que era cubano y que lo conoció en La Palma.
Aprendió en su tierra a bordar desde los 8 años con las clases que le impartía la severa Doña María. También aprendió a tejer y a realizar la puntada justa, elegir el color preciso o el diseño más adecuado para cada pieza.
Como casi todas las jóvenes canarias confeccionó su ajuar para el matrimonio y cuando emigró a Cuba trajo en su baúl, además de vírgenes, mantillas, cojines y tapetes, el cuadro que había bordado cuando era una niña. Este cuadro aún lo conserva la familia.
Se estableció a vivir en la zona de Neiva, donde vivían allí muchos isleños que trabajaban en los vegueríos. Allí continuó bordando y tejiendo; enseñó a su hija Mirtha todo lo que sabía. De esa forma la muchacha tempranamente le ayudaba a cisnar los dibujos, aunque nunca logró aprender el matiz, también hacía ojales y ojetes.
Dedicación, casi siempre, bordaba de noche con un quinqué, pues no había otra luz más apropiada, porque la que usaban en la cocina, conocida como lámpara o chismosa, echaba mucho humo y en ocasiones afectaba la limpieza de las cosas que estaba bordando.
Confeccionó para su casa todo cuanto pudo: tapetes, cuadros, paños de mano; bordó sábanas, incluso hizo muchos trabajos para familiares y amigos.
En 1965 cuando la familia se trasladó a vivir al poblado de Cabaiguán, siguió bordando y enseñó a cuanta niña que quiso aprender. Aún las piezas bordadas por Dedicación son conservadas por su familia y se destaca en ellas el bello mantel al matiz a punto relleno.
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