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El arte del tabaquero

El tabaquero cabaiguanense desde la lejana llegada de los canarios siempre sembró su conuquito para la fuma y además se dedicaba al cultivo como medio de subsistencia

Los campos de Cabaiguán siguen siendo adornados con las plantaciones de tabaco para confirmar al territorio como uno de los mejores de Cuba.

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

En las sitierías de los alrededores de Cabaiguán aún existen algunos vegueríos que adornan los campos con su verdor. Los campesinos, desde la lejana llegada de los canarios siempre sembraron su conuquito para la fuma, mientras que otros se dedicaban al cultivo como medio de subsistencia.

Numerosos chinchales y despalillos daban empleo a los cabaiguanenses y a otros obreros que se trasladaban hasta este territorio. Muchos de estos se casaron y se quedaron, mientras que otros se trasladaron con su familia definitivamente para el lugar.

De gran fama es el tabaco cabaiguanense y también de sus tabaqueros, aunque la gran mayoría de los habitantes del pueblo, sabe torcer un tabaco sin ser un graduado del oficio.

En tiempos pasados cuando cualquier visitante que fuera fumador llegaba al bohío de un campesino, mientras le hacían un buchito de café, le alcanzaban el paño con un manojo de tabaco para que se preparara una breva. Generalmente este envoltorio, un tanto húmedo, estaba a la mano en el comedor o dentro de la gaveta central de la mesa y ahí mismo arrimaba el taburete para preparar la fuma.

Hoy en la fábrica Alfredo López Brito, antigua Bauzá, la mayor del territorio, se fabrican tabacos para la exportación, según las vitolas que le soliciten. De igual manera la tabaquería Manuel González, de Guayos, está incorporada a la producción. Aún se mantiene la marca Bauzá, identitaria del territorio, para anillar los puros de consumo nacional.

Novedosas marcas como la Cohíba y Montecristo se confeccionan con las hojas del territorio, aunque otras requieren materia prima que llega de otras regiones del país.

De esta manera Cabaiguán continúa como productor y elaborador de la hoja por las excelentes manos de los tabaqueros, aunque no falta en una que otra casa de las sitierías el acostumbrado paño con hojas y tripa para que el visitante pueda torcer y disfrutar un humeante puro cabaiguanense.

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