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Luis Quintero, alma y vida del rodeo espirituano

Con siete décadas a cuestas y unas ganas enormes de vivir, el actual presidente de la Sociedad Cubana de Vaqueros del Rodeo en Sancti Spíritus Luis Quintero cuenta sus vivencias como atleta y recordista nacional que representó a la isla en distintos eventos internacionales

Sus manos rudas lo delatan a cada paso; no se trata solo de las varias vacas que ordeña cada madrugada en la finca Las Naranjitas, vinculada a la CCS 10 de Octubre, de Sancti Spíritus, sino de los golpes recibidos sobre el lomo de un toro, al que subió siendo apenas un adolescente y lo dominó una y otra vez como parte de esa magia que se apoderaba de él en cualquier evento de rodeo, aunque fuera en medio de la manigua.

Luis Quintero Rodríguez, el decano del rodeo espirituano, el vaquero completo, el recordista nacional en coleo, el artífice de una familia ganadera, el hombre de voz pausada y gran coraje, el amigo, esposo, padre y abuelo, habla de sus vivencias en lo que para él ha sido, más que una pasión, su vida misma.

“Comencé en el rodeo a los 16 años, como montador de toros, era una etapa en la que había más laceros y derribadores de calidad, por eso me incliné por los toros hasta formar parte de la selección que había en la provincia de Las Villas, integrada por atletas del centro del país.

“Yo siempre fui de familia ganadera, mi papá fue encargado en la finca El Cafetal y desde chiquito andaba a caballo detrás de él. Aprendí a montar toros en el campo, en los potreros, con el ganado que existía en la zona, practicaba con Gustavo Arias y Ruperto Valdés. Después de estar en el equipo me especialicé en otros números, como lacero de ternero, derribador y ordeñador de vaca. Fui fundador del coleo en el año 80, esa modalidad no se practicaba en Cuba, pero vino un colombiano a la Feria Internacional de Boyeros y yo estaba en el equipo nacional; nos explicó la técnica para colear y empezamos a practicarla, poco después se hizo una selección de tres vaqueros para ir a un evento en Colombia y yo caí en ese grupo.

“Era mi segunda salida internacional, anteriormente había ido a México para un evento de monta de toros, desde entonces asistí al primer, segundo y tercer mundiales de coleo que se realizaron en Colombia y, a pesar de la poca experiencia, quedamos siempre entre los 30 primeros atletas, entre los más de 200 que participaban. Como coleador fui también a Venezuela, a un evento mundial.

Ostenta el récord nacional en toreo de novillos…

Tuve esa suerte de ser el primer cubano en hacer un reguilete en pista, recuerdo que recién regresaba de Venezuela y se estaba desarrollando una competencia triangular del rodeo en Sancti Spíritus, entonces lo logré, me quedé muy sorprendido, eso es lo máximo que se alcanza en esa modalidad que consiste en halar al animal por la cola y después, al dejarlo caer, el mismo da tres vueltas seguidas sobre el eje de su columna vertebral.

Luego otros vaqueros lo han igualado, como Vladimir mi hijo, pero en Cuba nadie más ha podido romper el récord porque para eso el toro debe dar cuatro vueltas seguidas y es algo muy difícil, solo un colombiano ha logrado hacerlo en toda la historia del coleo.

¿Sigue aún ligado al rodeo?

Después de ser atleta fui por muchos años el director del equipo de rodeo de Sancti Spíritus y siempre con buenos resultados. Este es el equipo que más veces ha quedado Campeón Nacional entre todos los de la isla; en esa etapa era Gustavo Arias el Presidente de la Sociedad Cubana de Vaqueros del Rodeo, pero al fallecer entonces pasé a ocupar esa responsabilidad, hoy el director es Orlando Rodríguez.

Hace unos tres años el equipo perdió el título de campeón, pero acabamos de regresar al trono tras vencer a todos los equipos a los que se nos enfrentamos en las competencias triangulares, semifinales y final del rodeo.

 Hoy los vaqueros espirituanos están en buena forma deportiva, con una inyección de figuras jóvenes y talentosas que se combinan con los de más experiencia, como los Calero, los Corrales y otros que ya tienen un nombre.

Pero, más que eso, existe unidad y disciplina, dos cosas fundamentales para poder avanzar, porque, aunque los vaqueros trabajan para su propia marca personal, necesitan marchar unidos para alcanzar resultados como equipo. Eso se demostró en esta gran final que tuvo lugar en Manicaragua, donde Pinar del Río y Villa Clara se batieron duro, contaban con buenos refuerzos, pero los espirituanos se fueron delante y no hubo quién los alcanzara, hasta terminar promediando más de 1 870 puntos.

Todos los vaqueros fueron claves en esta competencia, aunque el que más sobresalió fue Vladimir, quién resultó campeón en coleo y el mayor acumulador de puntos, porque él es un vaquero completo.

Vladimir es su continuidad. Como padre, atleta, exdirector del equipo y actual presidente de la Sociedad de Vaqueros del Rodeo en Sancti Spíritus, ¿qué se siente?

Sobre todo, muy confiado, Vladimir es un hombre seguro en pista, hace todos los números bastante bien, es una garantía tenerlo en el equipo. Aunque ya hay otros nuevos que vienen despegando y lo hacen bien; está el caso de Lazarito Pérez, que quedó campeón en enlace de terneros allá en Rancho Boyeros; Marcos, el hijo de Marlon Corrales, y otros. Este año los jimaguas de Pedrito Obregón se van a clasificar, así como uno de los Calero, todos son continuidad de grandes vaqueros que hicieron historia en Santi Spíritus.

¿Cuánto hay de Luis Quintero en cada uno de los espirituanos integrantes del ranking?

Este año eran como 12, incluyendo a las vaqueras, todos desde que se iniciaron lo hicieron conmigo, entre ellos están Omarito, Marlon, Andrés Rodríguez y muchos más, y yo siempre ayudándolos, compartiendo con ellos las enseñanzas, las buenas prácticas.

Pero es una pena que el rodeo, que significa cultura y tradición, mucho más en esta tierra, no se considere como un verdadero deporte y no tenga el mismo nivel de prioridad que tienen el resto de los atletas de otros deportes, sobre todo porque el vaquero es muy sacrificado, se dedica por completo a su preparación, se entrega a una competencia sin recibir nada a cambio, solo dar un bonito espectáculo al pueblo.

Los vaqueros practican el año entero y transitan por varias etapas hasta alcanzar el resultado final, al igual que un pelotero, primero son las eliminatorias a nivel de empresas pecuarias, luego se conforma el equipo que representará a la provincia, posteriormente vienen las competencias triangulares, semifinales y finales.

Pero, más que eso, se trata de un evento muy costoso…

Imagínate, que cada vaquero se va conformando su propia indumentaria, desde los caballos que pueden llegar a valer hasta 400 000 pesos, los lazos que andan por los 5 000, las monturas que cuestan más de 35 000, unas botas, 6 000 pesos, al igual que un sombrero, sin contar la ropa, el herraje del caballo, los arreos del animal, en fin, es un espectáculo costoso y los atletas de rodeo lo hacen completamente gratuito, solo reciben el aplauso del público.

Sus vaqueros, el rodeo, esa adrenalina que se siente en cada evento, ¿lo disfruta a plenitud?

Por supuesto, pero son momentos tensos, cualquiera falla en un lazo, se cae de un toro o tumba un barril que suma 80 puntos al equipo, eso solo lo siente y lo sufre el que está en medio de la pista a la espera de cada resultado.

¿Qué le falta al equipo de Sancti Spíritus para alcanzar la satisfacción deseada?

A diferencia de otros equipos de Cuba, el nuestro tiene condiciones ideales para entrenar, aquí está la mejor feria del país, con sus cuadras bien conservadas, la pista con las dimensiones requeridas, la infraestructura completa para practicar, competir y estar durante un evento con garantías para los vaqueros y los caballos; sin embargo, falta un poco de apoyo por parte de los rectores de esta actividad en la provincia, muestra de eso está en los trabajos que pasamos a la hora de salir a competir, cuando no es porque falta el carro para trasladar el ganado es porque no llega la guagua para llevar a los vaqueros.

Ahora mismo recuperamos el título de Campeón Nacional del Rodeo y ni siquiera una felicitación hemos recibido por parte de las autoridades competentes de la provincia, entonces duele, porque el vaquero expone hasta su propia vida para subirse a un toro o hacer un derribo, para dar lucidez a un espectáculo que el pueblo aclama y disfruta y, al final, no se reconoce lo suficiente ese esfuerzo individual o colectivo.

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