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Estrategia de Cuba frente a la Covid-19, un modelo a tener en cuenta

La Habana, 15 jun (Prensa Latina) Cuba inicia una semana crucial para la etapa post Covid-19, aunque se mantienen medidas de prevención y control, y cada día se realizan más de dos mil pruebas en busca de contagios.
El jueves último los cubanos supieron de la próxima implementación de un plan de recuperación, gradual, por fases y asimétrico, para lo cual comenzaron a hacer planes, aunque responsables, para la desescalada del confinamiento cumplido por más de dos meses.

Fueron el presidente Miguel Díaz-Canel, el primer ministro Manuel Marrero y el viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil, quienes informaron a la población, en programa televisivo, sobre cómo iniciará la recuperación cubana.

Resultan acciones de un plan concebido en tres fases de una primera etapa, que abarca los ámbitos de salud, turismo, cuestiones laborales y tributarias, comercio exterior e interior, transporte, educación, deporte y cultura, además de cuestiones relativas a las actividades durante el verano en el país. Cuba puede darse ese lujo, pues siempre tuvo un bajo número de casos graves y críticos y por tanto sus capacidades de salas de terapia intensiva y otras hospitalarias no llegaron a poner en peligro la estabilidad del sistema de salud.

También influyó la creación de centros de internamiento para personas sospechosas o contactos de positivos, una experiencia distinta a otras naciones, donde eran remitidas a casa y con carencias para someterse a los test establecidos para confirmar la enfermedad.

Se suma aquí, además, la pesquisa activa realizada por miles de estudiantes de medicina que van a los hogares para identificar a quienes presentan síntomas respiratorios.

Eso y más tuvo resultados en el propósito de sacar al virus de la calle, amén de medidas de distanciamiento como suspensión de clases, conciertos, actos públicos, transporte público y otras actividades que acarrean aglomeración de público.

Y conste que todo ello se cumplió, de manera general, sin confinamiento total y mucho menos toque de queda.

A ello habría que agregar la rápida y oportuna integración de centros científicos nacionales y sus expertos, para la introducción de fármacos que, como el CIGB 258, resultaron decisivos para la recuperación de enfermos críticos, lo cual incidió sobremanera en la baja de la letalidad.

En tales condiciones Cuba se apresta a iniciar una nueva normalidad, pues nunca será como antes, al menos hasta que aparezca y se aplique la vacuna que no pocos países buscan conseguir primero.

Díaz-Canel explicó que la estrategia se concibe en dos etapas. La primera es la recuperación post Covid-19, que definió como la manera en que el país regresará de manera asimétrica a la normalidad en todas las actividades productivas, económicas y sociales.

Asimétrica porque no en todos los territorios será igual la gradual apertura. La Habana, la de mayor incidencia, acaba de registrar un nuevo foco, limitado, de la enfermedad, en una empresa constructora en el municipio de La Lisa.

La segunda etapa corresponde al fortalecimiento económico para enfrentar una crisis prolongada a nivel global, que organismos financieros y económicos califican como la más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

Baste decir que Cuba lleva más de dos meses sin el ingreso de turistas, una de las fuentes más importantes, y a mano, de divisas fuertes para afrontar diversas necesidades.

También que sus exportaciones sufren de la contracción económica y de las restricciones en el mercado y transporte a nivel mundial, por lo que vive en situación de emergencia y resistencia, agravada por los efectos del bloqueo impuesto por Estados Unidos intenta todos los días darle una estocada final a la Revolución Cubana.

Pero aun así Cuba inicia el camino hacia la etapa post Covid-19. La paradoja es que el vecino del norte, que pretende asfixiarla, como ha dicho el presidente Díaz-Canel, vive por estos días un rebrote de la enfermedad con número creciente de enfermos y víctimas fatales.

En la nación caribeña la máxima es la vida humana, y ello condicionará la nueva normalidad. Ello y más podría ser una razón para afirmar que el modelo cubano contra la pandemia pudiera servir al menos de consulta, en esta coyuntura de peligro para la humanidad.

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