Afortunadamente, las predicciones meteorológicas anunciadas en los albores de la actual temporada de ciclones hasta ahora se han convertido en sal y agua; pero el período de huracanes aún no ha terminado y los expertos sugieren no bajar la guardia
En las semanas previas al inicio de la actual temporada ciclónica, los pronósticos tenebrosos sobre esos fenómenos meteorológicos llovían desde todas las latitudes. Este propio medio de prensa desplegó a todo trapo un reportaje donde se aseguraba que en esos seis meses podrían formarse 20 de esos eventos, más de la mitad de los cuales quizás alcanzaría la categoría mayúscula de huracán.
Para completar tan alarmante vaticinio los especialistas apuntaban que el peligro de afectación de un huracán para Cuba ascendía al 80 por ciento y la posibilidad de que la isla fuera alcanzada por un ciclón tropical en alguna de sus variantes rozaba el 90 por ciento.
El mismísimo Freddy Ruiz, avezado meteorólogo espirituano, afirmó a Escambray: “Es casi seguro que este año el país va a ser impactado directamente por un huracán y con esta apreciación coinciden todos los servicios meteorológicos que hemos consultado”.
Sin embargo, cuando ya han transcurrido casi cuatro meses de la temporada ciclónica, afortunadamente ninguno de estos eventos ha ofrecido peligro para la isla y en las redes sociales se especula frecuentemente sobre las causas de ese desacierto.
Según los expertos, el Atlántico presenta una calma inusual para la época y esta racha sin tormentas ya resulta la más larga en 56 años. A medida que el planeta se calienta, estos eventos podrían volverse menos frecuentes, pero más intensos, aseguran algunos.
Uno de los motivos detrás de esta tranquilidad, según apuntan los estudiosos, sería el desplazamiento de las tormentas que se originan en África hacia zonas más al norte. Estas áreas, cercanas al desierto del Sahara, presentan condiciones menos propicias para la formación de huracanes. La combinación de aire seco y aguas más frías estaría impidiendo el desarrollo de estos eventos en el Atlántico.
Por su parte, un reciente estudio señala que el monzón africano, este año particularmente húmedo, también podría estar contribuyendo porque demasiada humedad, paradójicamente, puede desorganizar las tormentas al impedir que se conviertan en ciclones tropicales.
Otra anomalía reseñada es la presencia de una pequeña mancha de agua fría en el Atlántico, un fenómeno conocido como La Niña Atlántica. Su combinación con las aguas cálidas de ese océano igualmente inhibiría el desarrollo de tormentas en la región.
Pero los entendidos en esta materia también advierten que, aunque por ahora la temporada se mantiene inactiva, esta aún no ha terminado: más del 40 por ciento de la actividad ciclónica suele producirse después del 10 de septiembre.
Además, podría intensificarse en octubre y noviembre, cuando se espera que el evento La Niña (AENOS) se consolide. Precisamente sobre este fenómeno, que crea condiciones muy favorables para el surgimiento e intensificación de ciclones tropicales en la cuenca Atlántica, ha puesto el ojo Freddy Ruiz.
“Desde ahora y hasta noviembre podría desarrollarse un evento La Niña (con un 71 por ciento de probabilidad), que ya sería débil y de corta duración, lo cual implicaría que en el resto de la actual temporada ciclónica no lleguen a crearse condiciones muy favorables para el surgimiento e intensificación de ciclones tropicales en nuestra cuenca oceánica”, comentó.
El meteorólogo reflexionó sobre el hecho de que la mayor confusión de los científicos relacionada con estos temas resulta la existencia simultánea de comportamientos climáticos y oceánicos propios de fenómenos opuestos o contradictorios.
Por ejemplo, la convergencia del retraso en la formación del evento AENOS con la existencia del polvo del Sahara pudiera incidir en la disminución del número de ciclones, pero el incremento de las temperaturas superficiales del mar asociadas al fenómeno del calentamiento global, hoy presente, favorece la formación de estos eventos.
Y agregó: “La actual temporada evidentemente está siendo atípica o, como dijo hace unos días el doctor Rubiera, está siendo rara, independientemente de los pronósticos que se habían hecho. En el mes de septiembre se forma el 35 por ciento del total de ciclones de toda la temporada y hasta hoy solo han surgido siete tormentas, prácticamente todas con existencia efímera. En el Caribe no ha surgido nada en los más de tres meses y medio transcurridos y nos alegramos de esto. Pero, quizás, próximamente llegue a desarrollarse algún sistema”.
Por su parte, expertos del Instituto de Meteorología han insistido en que la temporada de huracanes en el Atlántico no termina en septiembre y sugieren no bajar la guardia porque aún esta pudiera dejar aquí su lamentable huella.
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