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Trabajadores agropecuarios: el reto de producir en tiempos de escases

Ya sea al frente de una empresa de reciente creación como nuestra Agroindustrial, dirigiendo una vaquería o allí, pegadito al surco, nuestros agropecuarios pujan diariamente por cumplir planes de siembra y otros compromisos

El apoyo de las féminas es indispensable en los campos cabaiguanenses.

Por: Lillipsy Bello Cancio

Cada 3 de octubre Cuba celebra el Día del Trabajador Agropecuario. Cabaiguán, municipio eminentemente agrícola, con una historia productiva reconocida más allá de nuestra geografía, de productores élites de tabaco, ganado, ajo, y cuanta vianda conoce el cubano, debería hacerlo todos los días.

De lo que va este comentario es de esa necesidad urgente que debería tener cada cubano digno de agradecer a esas bases productivas que contra viento y marea, fenómenos meteorológicos y hasta los efectos de una bancarización que al menos en este contexto, más que beneficios ha significado perjuicios para ellos, se mantienen a pie de surco, tratando de sacarle los mejores frutos a la tierra.

Entre malhechores espiando producciones y ganados, quemando incluso alguna que otra casa de cura; entre falta de mano de obra y mano de obra muy cara, entre soles ardientes que desmayan al más pinto de la paloma y una emigración de la que no ha escapado aquí ni el más recóndito de los campos, tienen que andar y desandar esos hombres y mujeres.

Ya sea al frente de una empresa de reciente creación como nuestra Agroindustrial, dirigiendo una vaquería o allí, pegadito al surco, nuestros agropecuarios pujan diariamente por cumplir planes de siembra (con poco menos del 5% del combustible necesario), por entregar a los programas sociales (en no pocas ocasiones sin cobrar un centavo) al menos algo de lo que necesitan para contribuir a la alimentación de enfermos, ancianos y niños; hacen hasta lo imposible por cargar hasta la feria (aunque ni en la cantidad necesaria ni con la frecuencia deseada) la comida, un poco menos cara.

Mucho les falta por hacer en Cabaiguán. No son pocas las deudas que mantiene con este pueblo acostumbrado a comer bien… ¡y mucho! Insuficiente es todo lo que se pone a disposición de la gente porque al plato hay que echarle todos los días: que si organopónicos convertidos en solares yermos, que si tierra cultivable infectada por el llamado palo blanco y la archiconocida aroma, que si animales sin proteger, masacrados por quienes lo quieren todo fácil, sin costo algunos, sin esfuerzo apenas…

La lista puede ser mucho más larga. Lo cierto es que estos trabajadores tienen la dificilísima tarea de garantizar la alimentación de un pueblo demandante, necesitado y muy exigente que, lamentablemente no siempre reconoce los esfuerzos de un sector, golpeado por las mismas vicisitudes que cualquier otro pero con una responsabilidad mucho mayor.

Buenos ejemplos de lo que se puede lograr en medio de esta crisis de todo, cuya peor característica es que no tiene para cuando acabar, existen y los tenemos en Cabaiguán. Muy malos, también. No se trata de cerrar los ojos y desconocer las limitaciones de nuestros agropecuarios, pero tampoco podemos desestimar la importancia de contar con los recursos necesarios para garantizar buenas cosechas y tenerlos a mano cuando el cultivo lo precisa, algo que no sucede hace mucho.

No es menos cierto tampoco que algunos de ellos necesitan fuerza de trabajo especializada, conocedora de esos «trucos» que han transitado de generación en generación y solo la riquísima e innegable sabiduría popular (esa que ni la más profunda ciencia puede desechar) ha legitimado por los siglos de los siglos… y en estos tiempos ya escasea.

Y a pesar de todos estos pesares y muchos más siguen ahí, fieles al espíritu de aquel 3 de octubre de 1963 en que se firmara en Cuba la segunda y última Ley de Reforma Agraria, que asestó un golpe definitivo a la burguesía terrateniente y que favoreció el desarrollo de la economía socialista.

Por eso, con el compromiso de no dejar transcurrir en vano ni un solo minuto durante la jornada cotidiana, dada la actual coyuntura socioeconómica de la Cuba contemporánea, estos hombres y mujeres en toda la Isla, y en Cabaiguán, celebran este día. Y lo hacen porque se lo ganan todas las mañanas, porque lo luchan de sol a sol, porque en esa condición crítica y autocrítica que los caracteriza, va implícita la voluntad de seguir aportando, de impulsar el crecimiento, de seguir construyendo un país que los reconoce como imprescindibles, aunque su realidad no les permita tratarlos como tal.

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