jueves, noviembre 21El Sonido de la Comunidad
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¿Cupones sin recarga?

Pese a que los cupones se dañan una y otra vez al intentar recargarlos y los usuarios han reportado más de un millar de ellos perjudicados, Etecsa los sigue comercializando.

Ya no hacen falta monedas de a peso con la cara de Martí por un lado y la estrella en el reverso ni puntas de bisturí ni tan siquiera las limas de uñas que, dicen los que han cursado el doctorado, eran infalibles. Para rasgar un cupón de recarga de una tarjeta propia —principalmente los de 10 pesos— se necesita, más que habilidad, suerte y, sobre todo, mucha paciencia.

Es como si los cupones estuviesen diseñados no para recargarse, sino para ser indescifrables; de lo contrario, tantas personas no sufrirían lo mismo: números que jamás logran verse, códigos que se rasgan a la par del papel, roturas…

Ha sucedido en agosto —desde el propio 26 de ese mes que comenzaron a comercializarse en todas las oficinas y los puntos de venta de Etecsa—, septiembre, octubre y sigue pasando en noviembre. Lo padecen los clientes y lo sabe hasta la propia Empresa de Telecomunicaciones.

Sin levantar un teléfono lo confirma Yamilé Yera Díaz, jefa de grupo de Comercialización del Departamento Comercial y Mercadotecnia: “Se han presentado problemas con los cupones de recarga de 10 pesos en moneda nacional, pues tienen más duro el scratch y eso hace que a la hora de intentar rasparlo se dañe”.

Y no les tomó por sorpresa, tal vez. Dicen que ha sucedido en la isla entera. Cuando las quejas de los clientes comenzaron a discar las puertas de todas las oficinas comerciales, Etecsa hizo un levantamiento y reclamó al proveedor. La respuesta aún en Sancti Spíritus se desconoce.

Pero no fueron ni una ni dos tarjetas, de ese lote —cuyos cupones llevan la estampa de Habana 500— entraron a la provincia cerca de 120 000 y en casi cuatro meses se han vendido aproximadamente 46 000. Según Yera Díaz hasta octubre en las distintas instalaciones de Etecsa solo se habían reportado 1 900 tarjetas dañadas.

Irrisorio, podrían cuestionar muchos. Mas, puede haber otros miles de cupones averiados en casa y sin reportarse o echados a la basura o acabados de comprar sin rasparse y a expensas también de estropearse. Cuestionable es que cualquiera tenga que comprar algo que probablemente tendrá que desechar.

Y otros timbres han ocupado el buzón de Escambray: que si hay que hacer las colas de Etecsa cada vez que ocurre el incidente; que si hay que ir para llevar el cupón y luego a los tres días para recoger otro; que si los agentes de telecomunicaciones se desentienden de los perjuicios, aunque sigan vendiendo cupones…

“La forma de resarcirle al cliente es recargarle la tarjeta y si no se le da otro cupón nuevo —sostiene Laritza Castro Escobar, especialista comercial del Departamento de Telefonía móvil—. Los que acudían a las oficinas comerciales con estos problemas debían esperar a que se les llamara en 72 horas, pero a partir del 18 de octubre si va con la serie de la tarjeta propia se le agiliza más el trámite.

“Además, se pueden enviar con los agentes de telecomunicaciones que no hacen cola y se les devuelven las tarjetas para que las repongan lo antes posible”.

¿Y nadie ha reparado hasta hoy en los daños? Supone una pérdida de tiempo y recursos para ambos: de los clientes que echan su dinero en saco rato y se les complica algo tan sencillo como recargar una tarjeta y de Etecsa que presta trámites de más y vende cupones de menos.

La causa de tantas dificultades no es que las tarjetas puedan estar húmedas ni sean añejas ni el papel no sea el más adecuado. “No son problemas de calidad —apunta Yera Díaz—, sino que el pegamento está muy fuerte y hay que rasparlo con cuidado”.

¿Por qué si de antemano se sabe que pueden tener tantos percances no se sacaron de la red comercial? Del otro lado de la línea contesta Yera Díaz: “Las tarjetas no se quitaron de la venta porque había algunas que servían. La orientación es seguirlas comercializando”.

Me rehúso a creer que de tal modo se protege a los consumidores. Que haya que innovar para rasgar un cupón, que tenga que comprar uno y devolverle otro, que deba ir a Etecsa a recargar su tarjeta cuando los cupones existieron para aligerar trámites… no pueden ser los tonos que marquen tantas interrupciones. Lo más ilógico es que ex profeso tenga que comprar algo a suerte y verdad.

Tomado de Escambray

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