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Cumbre de los BRICS o El estrepitoso fracaso de Occidente para aislar a Rusia

El bloque se consolida en Kazán como una fuerza geopolítica global que reta a Occidente, evita el repudio a Rusia, condena a Israel y apuesta por la paz negociada en Ucrania

La cumbre que esta semana celebran los BRICS en la ciudad rusa de Kazán ha puesto de manifiesto que en el Sur Global prevalece una apuesta común por la negociación para detener la guerra de Ucrania, en contraposición con los esfuerzos de Occidente para aislar a Rusia con sanciones y prolongar el conflicto armado para desgastar a Moscú, aunque Kiev pierda finalmente la contienda. Los BRICS lo integraron inicialmente Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, aunque en enero de este año se unieron Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía.

La reunión en el corazón de Rusia de los países agrupados bajo ese acrónimo pretende lanzar un desafío a la estrategia geopolítica y económica occidental liderada por Washington en un momento internacional clave: en la recta final de las elecciones presidenciales estadounidenses, en medio de una crisis bélica no vista desde hace décadas en Oriente Medio, con Israel campando a sus anchas en el Líbano y Gaza, y con la guerra de Ucrania enfangada en el costado de Europa.

La Rusia sancionada y condenada al ostracismo por su invasión de Ucrania es el anfitrión del encuentro de Kazán, demostrando que no está tan sola como pretenden Washington y sus aliados europeos, y que, al contrario, junto a China sobre todo, trata de ofrecer una alternativa también política y económica al actual escenario mundial donde EE.UU. es el poder hegemónico que marca el paso.

«Esta cumbre de los BRICS es realmente un regalo» para el presidente ruso, Vladímir Putin, indicó a la cadena estadounidense CNN Alex Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia en Berlín. El mensaje es claro, según Gabuev, «¿cómo se puede hablar del aislamiento global de Rusia cuando (tantos) líderes acuden a Kazán?».

Si a la cumbre de los BRICS en Johannesburgo, el año pasado, Putin asistió por teleconferencia, por pesar sobre él una orden de detención de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, en Kazán es el anfitrión del evento y el panorama mundial es muy diferente.

Los BRICS no acaban de ponerse totalmente de acuerdo con lo que ocurre en Ucrania, pues molesta la vulneración de la soberanía territorial ucraniana por Rusia, pero sí que hay en sus filas una condena unánime al genocidio cometido por Israel en Gaza y su flagrante violación de la integridad de un estado soberano como es el Líbano.

China, Brasil e India han reclamado en Kazán una salida dialogada al conflicto ucraniano. Y el Kremlin ha subrayado en esta cumbre de los BRICS que acepta la mediación de esos tres países, en contraposición con la apuesta de Europa y EE.UU. que prefieren llevar la guerra hasta sus últimas consecuencias.

Entretanto, el riesgo de un conflicto generalizado en Oriente Medio ha llevado a los BRICS a centrar más su atención en esta zona que en el este de Europa. Las matanzas de palestinos y libaneses llevadas a cabo por Israel, sin que Estados Unidos haya hecho nada para detenerlas, fueron condenadas sin paliativos por los BRICS este miércoles en su declaración conjunta.

Es normal que crezca así el convencimiento en estos países de que Washington no debe liderar la sociedad internacional, sobre todo si es capaz de permitir ese genocidio para cubrirles las espaldas a sus socios israelíes.

Fundado en 2009 por Brasil, Rusia, India y China, con la adhesión en 2010 de Sudáfrica, los BRICS sumaron a sus filas el 1 de enero de 2024 a Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Al menos una docena de países (entre ellos Turquía, miembro a su vez de la OTAN) han manifestado su deseo de sumarse al grupo, que ya representa a casi el 50% de la humanidad. En 2024, la fuerza económica de los BRICS supone ya el 36,7% de la economía mundial.

En el ámbito económico, aunque no hay suficientes mecanismos de actuación comunes, sí que existe una visión coincidente en la necesidad de reducir la dependencia del comercio internacional liderado por el dólar estadounidenses y el rechazo a las sanciones occidentales contra cualquier país que se cruce en el camino de Washington o Bruselas a pesar del daño que tales sanciones puedan ocasionar a la economía de los países menos favorecidos.

De lo que hay pocas dudas, y esta cumbre lo ha subrayado más que nunca, es que existe una voluntad de la mayor parte de la humanidad (son muchos los países que se declaran más favorables a los BRICS que a las prácticas de las instituciones militares y neoliberales occidentales) para modelar un nuevo mundo «multipolar» sin la hegemonía de la parte más rica del planeta, representada por Washington, Bruselas y el G7.

El paso dado en Kazán, a pocos días de las elecciones de EE.UU., en las que la situación internacional podría dar un nuevo vuelco si Donald Trump llegara al poder, es una muestra evidente de que buena parte de la sociedad internacional, en esos países emergentes en Asia, África y América Latina, quiere un rumbo distinto al impelido en el mundo durante décadas por Occidente.

(Con información de Diario Público)

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