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El emblemático parque cabaiguanense que venera al Apóstol

El 28 de enero de 1938, se inauguró brillantemente el monumento para venerar la figura del Apóstol en el parque central cabaiguanense

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

Desde muy temprano en la organización del poblado, los cabaiguanenses se pronunciaron por dejar un espacio de terreno para construir un parque al que llamarían José Martí, y desde 1913 existió ese espacio.

Aunque el proyecto de colocar un busto del Apóstol en el centro de la explanada, surgió hacia 1936, la noticia conmocionó a toda la población. Muchos propusieron hacer donativos, por el Club de Leones, del cual era miembro el libanés Chamán Milla, se pronunció por realizar la donación. Surgió así un sólido intento por honrar al Apóstol y venerar su figura.

Hacia 1913 ya existía un espacio llamado parque José Martí, que ni siquiera tenía bancos, después llegaron las luces, pero hasta tanto la iluminación llegaba de la planta eléctrica ubicada en lo que es hoy la Casa de la Cultura. Tal espacio desvió los paseos de los cabaiguanenses, los que ahora se exhibían por la calle Valle hasta el citado parque.

Hacia 1920 ya el lugar tenía bancos, luces y plantas ornamentales, incluyendo las siete palmeras. Así los cabaiguanenses comenzaron a realizar sus recorridos y después los homenajes, incluyendo los realizados por la Asociación de Veteranos del territorio.

Pero no fue hasta 1936 en que apareció una sólida propuesta de edificar un busto de José Martí. El Club de Leones dejó en manos del libanés el diseño y las coordinaciones para colocar lo antes posible el monumento a través de un Comité Pro estatua de José Martí, dirigida por el concejal Juán Riverón. A partir de ese momento Chamán coordinó con la compañía de Pennino Marble todos los pormenores: precio, fecha y material de la estatua, los cuales los pagaría el Club. Y así fue, el 28 de enero de 1938, se inauguró brillantemente el monumento y la escuela Tomás Pérez Castro realizó un emotivo desfile.

Posterior a este acontecimiento, se sucedieron otros desfiles, reuniones, actos de inconformidad con las tarifas de los tabaqueros, otros de reconocimiento y otros de apoyo a la revolución naciente.

Según avanzaban los años más crecía la importancia de realizar actos solemnes, reconocimientos y entrega de medallas, constitución de asociaciones, entre otras. Pero lo más importante es la veneración que cada niño y habitante del  lugar tienen a ese espacio. Los desfiles martianos son una muestra de ello y hasta las instituciones gubernamentales, estudiantiles y políticas realizan entregas de medallas, firman convenios y otras disímiles actividades que dan solemnidad a este prestigioso lugar donde se venera al Apóstol.

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