La comunidad internacional en pleno levantó su mano para condenar por vigésimo octava ocasión consecutiva la guerra económica de Washington contra Cuba al aprobar moción cubana contra el bloqueo
A Estados Unidos no le bastaron todos sus chantajes y presiones para inclinar a su favor o al menos, mitigar el diluvio de sufragios en contra en la Asamblea General de la ONU, que votó este jueves masivamente a favor de la moción cubana contra el bloqueo, dejando al Imperio ostensiblemente solo en el colosal hemiciclo, víctima de su propia política criminal de cerco y estrangulamiento contra la invicta Cuba.
El resultado final arrojó un total de 187 votos a favor del Informe de Cuba contra el bloqueo, tres en contra: los tradicionales Estados Unidos e Israel, más el Brasil del fascista Jair Bolsonaro, y dos abstenciones: la Colombia de Uribe Vélez e Iván Duque y la Ucrania de Volodimir Zelenski.
Una vez más Estados Unidos bajo Donald Trump cosechó la siembra de vientos que ha venido haciendo desde que el actual presidente asumió los destinos de esa nación hace tres años, al revertir los pasos de acercamiento efectuados por Barack Obama desde la Casa Blanca.
Por eso, en la sesión del miércoles, llovieron masivamente las críticas al Imperio y su inaceptable política unilateral a propósito del Informe Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, aprobado este jueves de forma aplastante por la comunidad mundial.
Una vista del contenido de las sucesivas intervenciones, que frisaron las 40, permitió constatar la firmeza y claridad de los términos empleados, para no dejar dudas de la condena tajante a la política de bloqueo, como la del representante mexicano Juan Ramón de la Fuente, cuando expresó: “México reitera su claro y firme rechazo a las acciones unilaterales de Estados Unidos contra Cuba”.
En parecidos términos se manifestó el representante de la India, Nagaraj Naidu, quien subrayó: “Poca duda puede existir de que la existencia del bloqueo, que contraviene la opinión mundial, socava las propias bases de las Naciones Unidas”. Otro tanto hicieron la mayoría de los oradores, como Valentín Rybakov, de Belarús, quien no titubeó en definir al bloqueo de terrorismo económico.
Convincentes fueron también las declaraciones de condena al bloqueo
de organismos como la Comunidad de Estados del Caribe, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Organización de Cooperación Islámica, el Movimiento de Países No Alineados, el Grupo Africano, y el Grupo de los 77 más China.
Pero, si se pudiera nombrar una intervención que resumiera en su contexto a todas las demás por su claridad y amplitud de argumentos, a excepción de la del país concernido, esa fue la del canciller venezolano Jorge Arreaza, quien reprobó al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba en los más duros términos, y dijo que desde todo punto de vista es una práctica criminal.
La delegación de Estados Unidos, que abandonó el local previo a las palabras de Arreaza, regresó al hemiciclo encabezada por Kelly Kraft, su representante permanente ante la ONU, la que desde el alto podio hilvanó una sarta de falsos argumentos que a nadie convencieron, como su planteamiento de que la comunidad internacional no puede decidir sobre el derecho de Estados Unidos de comerciar con quien quiera, porque de lo que se trata es de la ilegalidad de esas medidas de guerra económica contra un pequeño país miembro de la ONU, en especial cuando por su carácter extraterritorial dañan a terceros.
Como si la Kraft no hubiese pasado por el podio, los representantes oficiales de Bolivia e Irán usaron la tribuna para expresar una cascada de sólidos testimonios en contra del bloqueo, sin mencionar a la aludida dama, de lo que sí se encargó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien enumeró las últimas medidas de estrangulamiento económico de Estados Unidos contra Cuba en su obsesión por provocar un cambio de régimen.
Rodríguez Parrilla señaló que la embajadora de Estados Unidos manipuló burdamente en su intervención los artículos de la Convención sobre los Derechos Hhumanos y puso ejemplos con nombres y apellidos de afectaciones a la salud de los cubanos, como es el caso de compatriotas con graves enfermedades cardiacas y oncológicas cuyo tratamiento y esperanzas de recuperación han sido duramente dañados, al no querer venderles a Cuba productos de última generación contra esas dolencias.
En un análisis comparativo de lo que ha logrado la isla pese al cerco económico yanqui, que nos ha costado cerca de un millón de millones de dólares, y la realidad de los Estados Unidos, el canciller cubano expuso las inmensas desigualdades que imperan en su territorio, donde un 27 por ciento de la población vive en la pobreza, 28.5 millones sin seguro médico y 6.6 millones de desempleados, en un país con un sistema político basado en maquinarias y grupos de poder, controlados por “poderosas y exclusivas minorías”.
Hubo sin embargo una deducción de las palabras del diplomático cubano cuando expresó que de no haber sido por los daños provocados por el bloqueo, “el PIB de Cuba hubiese crecido a un promedio anual del 10 por ciento” en los últimos años, lo que la habría colocado en el primer nivel del planeta. Tal suceso habría echado por tierra la descalificación del sistema socioeconómico de Cuba que hacen Trump y sus acólitos en Estados Unidos, demostrando que sí es viable, sostenible y con amplias potencialidades de crecimiento. Esa es quizá una de las principales razones del bloqueo.
Tomado de Escambray