Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Desde marzo, María del Carmen Capestany Castañeda cambió su moto eléctrica por un taxi amarillo que la ha conducido por todo Cabaiguán hasta el encuentro con sospechosos y contactos de casos positivos de la COVID-19. No va sola en medio de tanta incertidumbre. La acompañan tubos de ensayo y de regreso se convierte en guardiana de las muestras de PCR tomadas.
Cuatro décadas de servicio apenas delatan la edad de esta Licenciada en la especialidad de Laboratorio Clínico que, casi a las puertas de la jubilación, estiró su estancia para responder a un reclamo de la Dirección Municipal de Salud Pública.
Más que la mirada humedecida de quienes experimentan el raspado nasofaríngeo, María del Carmen Capestany se lleva de cada examen la gratitud de los pacientes y las bromas del último atasco en el pantanoso camino rumbo al campismo Arroyo Lajas.
Sin tiempo para continuar la entrevista porque el taxi la espera para partir hacia los centros de aislamiento, esta mujer de armas tomar y con la grandeza de una ejemplar trabajadora de la salud cubana enrumba el camino en busca de dar coto definitivo a la Covid-19 en nuestro municipio y borrar de la mente tanto tiempo de angustias por la pandemia.