Por: Dayamis Sotolongo (Tomado de www.escambray.cu)
Se han abierto de par en par las puertas de la irresponsabilidad y ello ha conllevado que ahora mismo Cabaiguán sea el municipio más complicado de Sancti Spíritus con 21 ciudadanos positivos al SARS-CoV-2 desde el pasado 27 de noviembre cuando se reportó el primer caso importado.
El tur chirrió gomas y frenó a orillas de la playa. En el mar, el viajero y la familia nadaron entonces a contra corriente del protocolo sanitario que le habían advertido desde el aeropuerto: aislarse en el domicilio hasta que el segundo examen de PCR confirmara si había o no contagio del nuevo coronavirus. Pero aquel día en la playa se zambulló la negligencia y allí mismo hubo que notificar el positivo a la COVID-19.
No es ficción, sucedió recientemente en Trinidad. Y las historias de irresponsabilidades se han venido tramando también en otros lugares de la geografía provincial. La más cercana aconteció en Cabaiguán. Cuatro viajeros, procedentes de Estados Unidos, recorrieron kilómetros y kilómetros en dirección opuesta a las disposiciones sanitarias y antes de recibir el resultado de la prueba de PCR viajaron a Oriente. En Holguín les llegó la noticia de estar infectados por el nuevo coronavirus y la notificación de la denuncia por parte de las autoridades de salud ante la Policía Nacional Revolucionaria.
Lamentablemente, tampoco son pasajes exclusivos. Hay cuentos por doquier que hilvanan fiestas familiares, visitas intermunicipales de amigos, trasiego de autos rentados de un lado a otro, propagación de imprudencias…
Y no es que únicamente con el arribo de viajeros foráneos hayan aterrizado, también, las indisciplinas —que en muchos casos lo han hecho—, en las violaciones conspiran todos: tanta culpa tiene quien compra la cerveza y planta una fiesta como el que se invita a bailar sobre los mismísimos riesgos.
Se han abierto de par en par las puertas de la irresponsabilidad y, de paso, se le han quitado algunos cerrojos a la COVID-19. Bastaría para ilustrarlo los números que exhibe Cabaiguán, ahora mismo el municipio más complicado de la provincia: desde el pasado 27 de noviembre —cuando se reportó el primer caso importado— y hasta la fecha se acumulan 21 ciudadanos positivos al SARS-CoV-2, de los cuales ocho son importados y 13 contactos, no solo intradomiciliarios, de estos viajeros.
Más claro ni el agua: donde se quebrantan las medidas establecidas aumentan los contagios. ¿Desconocimiento? ¿Normas en papeles y violaciones en las calles? ¿Sin pestillos la prudencia?
Nadie de los que han infringido lo dispuesto lo ha hecho por pura ingenuidad. El doctor Manuel Rivero Abella, director provincial de Salud, compartía con Escambray una certeza: todos los que arriban al país firman un documento donde se pautan las medidas a cumplir.
“Hicimos una propuesta al Consejo de Defensa Provincial de un consentimiento informado —apunta Rivero Abella—, donde se les explica todo lo que tienen que cumplir y se les deja bien claro que de incumplirlo violan la ley y lo que ello puede acarrear.
“Ahí se establece que deben permanecer aislados, con el uso obligatorio del nasobuco, con medidas higiénicas estrictas dentro de la vivienda y esperar hasta el resultado del segundo PCR, entre otras”.
Lo que no han entendido, intuyo entonces, que el aislamiento domiciliario no incluye únicamente estar dentro de la vivienda, sino, también, prohibir visitas hasta que pase el lapso establecido.
Quien lo lee pudiera pensar en impunidad, pero viene siendo la excepción. En la provincia por conductas que contravienen los protocolos dispuestos ya se han radicado cinco denuncias que involucran, según Rivero Abella, a más de 20 personas, pues se incluyen los viajeros y los contactos.
Las responsabilidades no son las mismas, claro está, y serán individualizadas por las autoridades pertinentes para discernir los hechos en los que incurre cada cual. Mas, una certidumbre pesa en la balanza de la justicia: a nadie le asiste el derecho a enfermar a otros de modo ex profeso. Porque creer que estamos libres de COVID-19 y de riesgos resulta tan insensato como violentar los protocolos.
Y no se trata de renunciar al arribo de cubanos residentes en el exterior o extranjeros. Cuba no puede ser en medio de este mundo un país de fronteras cerradas ni tampoco puede pensar en renunciar al turismo, al contrario, de lo que se trata es de actuar todos responsablemente.
El propio Director Provincial de Salud lo advertía: han existido ejemplos de personas que han venido, han resultado positivas y no han infectado a nadie. No ha sido azar, ha sido acato de las normas higiénico-sanitarias establecidas.
A ello se ha referido en reiteradas oportunidades el Presidente de la República y lo hacía en días pasados Deivy Pérez Martín, presidenta del Consejo de Defensa Provincial: “Lo más importante es actuar con responsabilidad, conciencia y cuidarnos entre todos”.
En función de ello se ha engranado todo un mecanismo que, de funcionar como un reloj suizo, evitaría que se propagaran los contagios: en el área de salud se sabe quién viene y para dónde, se pasa visita diariamente por el médico del consultorio de la familia, las organizaciones de masas en la comunidad deben acudir a las casas de los viajeros, los delegados de cada circunscripción también deben velar por que se cumpla lo que está estipulado, las personas que reciben viajeros no deben acudir al trabajo ni a los centros educacionales hasta que se aclare su situación epidemiológica y cada cual está en el deber de denunciar lo que quebrante la legalidad.
Desde el pasado 19 de noviembre, cuando la isla abrió sus aeropuertos, a la provincia han arribado más de 2 200 viajeros y de ellos una cifra superior a los 700 permanece en vigilancia clínico-epidemiológica en la Atención Primaria de Salud. Además, de los 500 espirituanos notificados con la enfermedad luego del rebrote, más de una veintena son importados y la tendencia, por lo que se ve, es a seguir in crescendo.
No se trata de satanizar a quien viene, esa persona es familia, amiga, vecino…, se impone frenar todas las imprudencias porque el mejor modo de querernos hoy es cuidarnos los unos a los otros. Lo que no puede seguir pasando es que continúen aterrizando las indisciplinas y los protocolos anden volando.