No obstante, la floración tardía de la mata y los escasos niveles de precipitaciones en la primera mitad del año, se estima que Sancti Spíritus puede recuperar en lo adelante unas 500 hectáreas de café convencional en la montaña y aproximar la existencia del cultivo al umbral de las 3 000 hectáreas.
A quien mire los cafetales espirituanos por el comportamiento del mes de enero le dan ganas de preparar la cafetera para hacer una colada, porque decir que se acopiaron alrededor de 100 toneladas, de unas 60 planificadas es casi lo mismo que alborotar el paladar de cara a la escasez del polvo, pues de más está decir que la asignación por la canasta básica está bien lejos de saciar la demanda.
Al cierre del pasado año Sancti Spíritus totalizó un acopio de 277 toneladas de café oro (despulpado) —de 390 toneladas que se planificaron—, cifra que marca la distancia que separa al territorio de las cerca de 800 toneladas que precisa el consumo de la provincia y hacia ese objetivo se proyecta el programa de desarrollo emprendido en el cultivo,
Al pie de la cafetera es difícil colar las explicaciones del comportamiento productivo y a ese consumidor que aspira a saborear aunque sea una sambumbia al amanecer le cuesta entender el estancamiento en que está envuelta la producción.
Sin embargo, hay realidades que en el 2020 que no pueden desconocerse, como la floración tardía de la mata y ese otro fenómeno, ya algo habitual en el lomerío, de los escasos niveles de precipitaciones en la primera mitad del año. Luego, sobró la lluvia asociada a la tormenta tropical Eta, con su apreciable daño en el grano maduro, un impacto que restó producción, y para sumar contratiempos, buena parte del café que debía madurar en diciembre, principalmente en la variedad robusta, como tradicionalmente ocurre, por un comportamiento fisiológico de la planta maduró en enero.
Para saborear todos los aromas de la colada hay que decir también que no pocos productores aguantaron la recolección a finales de ese mes, a fin de cosechar el grano en enero, cuando ya se sabía que como parte de la Tarea Ordenamiento se incrementarían los precios de compra y, por ejemplo, la lata en la especie robusta pasó de 107 pesos a 270.
En definitiva, que una parte de la producción de diciembre pasara a enero no hace la gran diferencia, más bien su repercusión queda en los planes; lo verdaderamente importante para el cultivo está por delante. Como por ejemplo, que el territorio planifica acopiar este año 440 toneladas y se estima concluir el primer trimestre con unas 130 toneladas, resultado favorable, pero que abre una interrogante en cuanto al comportamiento futuro del cultivo.
Lo que a inicios del 2021 puede verse como un despegue productivo, al decir de los especialistas “es malo para la otra cosecha”, y es que a estas alturas del almanaque la planta fisiológicamente necesita estar sin granos para responder a su próxima floración; en cambio, todavía hay matas con frutos encima, al punto que se estima acopiar en febrero unas 25 toneladas; de manera que productores y especialistas deberán seguir de cerca la evolución del cultivo en los próximos dos o tres meses, período donde se decide la suerte del cafetal espirituano, porque valga acotar que el proceso de floración normal ocurre entre enero y abril.
También sería errado querer endulzar toda la depresión productiva solo con la variabilidad climática, cuando se admite por los especialistas y directivos de la rama que la población en los campos apenas ronda el 60 por ciento, situación que repercute más en la especie arábico, la de calidad exportable y por cuya vía de ingreso se retroalimentan este y otros programas agrícolas.
Se estima que el territorio puede recuperar en lo adelante unas 500 hectáreas de café convencional en la montaña y aproximar la existencia del cultivo al umbral de las 3 000 hectáreas. Además de trabajar en el incremento de áreas en zonas donde hay fuerza laboral, tal vez lo más importante hoy en el café —totalmente en secano— es lograr el sellaje de la plantación porque implica subir el rendimiento agrícola, el indicador más objetivo para saber la realidad del cafetal.
Tan es así, que si en esta cosecha aún por concluir el rendimiento se estima cercano a 0.20 toneladas por hectárea, el día que se lleve la plantación a una media de 0.50 toneladas por hectárea, solo con la existencia de cultivo actual —unas 2 100 hectáreas— la producción estaría en el entorno de las 1 000 toneladas.
Pareciera soñar un rendimiento agrícola para dentro de 100 años, máxime cuando el café, además del impacto meteorológico, sufrió las carencias de insumos y fertilizantes y los precios de compra se volvieron desestimulantes; sin embargo, la Unidad Básica de Producción Cooperativa Carlos Cancio, enclavada en Pitajones, además de ser la única del municipio de Trinidad que llegó a la producción planificada para el 2020, logra un rendimiento de 1 tonelada por hectárea.
Para un cultivo que vive a merced del cielo y bajo la intermitencia de los recursos, le urge combinar con mayor eficacia las acciones de limpia, poda y manejo de sombra; el otro camino es ponerle ciencia al cafetal, y también la mata que le falta para buscar más rendimiento en la misma área.