La Colonia Española de Cabaiguán guarda una rica historia cultural que ha trascendido los años. Mas, para continuar con su objeto social de antaño requiere de una inversión capital que hasta los días de hoy todavía no se ha efectuado

Por: Hugo Crespo Crespo
El 19 de marzo de 1909, según Rogelio Concepción Pérez, historiador del municipio por más de 30 años, se constituyó oficialmente la Colonia Española de Cabaiguán, sociedad de instrucción y recreo para canarios, peninsulares y sus descendientes, obra que concluyó en 1921, bajo la dirección de Juan Suárez Pérez y con el acabado de los maestros en albañilería, el canario Manuel Ibáñez y el gallego Félix Martínez.
Esta reconocida y afamada construcción se instauró en el domicilio del asturiano Rodrigo Pubillones, durante la presidencia provisional del isleño José María Duque Mederos.
El primer local de madera de 1909 no agradaba los gustos de los socios, pues era pequeño para la celebración de las actividades; además su decoración no era la mejor y el diseño no contemplaba un espacio amplio, por lo que pronto surgió la idea de edificar otro local de mampostería, idea que se plasmó en proyectos desde 1918.
Ya en 1921 el inmueble tenía portal al frente, amplio salón de baile, corredor, bar, baños y biblioteca y se decoraron los techos con elegantes dibujos.
Después el 26 de septiembre de 1953, con una gran verbena, se inauguró el nuevo portal de granito que sustituía al antiguo de cemento, pero nuevamente resultaba un local pequeño porque se unían más socios y las actividades eran cada vez más atractivas y motivaban a los lugareños visitar el sitio, por lo que la Directiva decidió construir una segunda planta.
En 1958 comenzaron las labores y el 31 de diciembre de 1959, cuando se esperaba el nuevo año, se inauguró la planta alta con un baile en su inmenso salón, el cual contó con la actuación especial, y sin costo alguno, de Barbarito Diez con la orquesta de Antonio María Romeu. También ese día se empezó a utilizar la hermosa escalera que unía el patio de la Sociedad con el portal exterior de la planta alta.
En este sitio durante el transcurso de su existencia se realizaron varias actividades como el Baile de las Flores y las Verbenas, donde actuaban prestigiosas orquestas y artistas de la época como son los casos de la orquesta de Neno González, la orquesta Hermanos Avilés, el afamado Conjunto Casino; Barbarito Diez y la orquesta de Antonio María Romeu donde interpretaron, entre muchas afamadas composiciones, Un canto a Cabaiguán, compuesta por Arturo Alonso Díaz, el Cantor de los Pueblos.
También se presentaron en la Colonia Española, Fajardo y sus estrellas, la Aragón, la orquesta de Cheo Belén Puig, Maravillas del 40, Vicentico Valdés, la Sonora Matancera, Tito Gómez, la orquesta Riverside, Tejedor y Luis, Maravillas de Florida, la orquesta de Chepin Choven, Sensación y el tradicional septeto cabaiguanense Los Piratas y uno que cautivó a los presentes, Maximiliano Bartolomé Moré, el Benny.
Después de 1959, este centro pasó a círculo social obrero con el nombre de Ciro Redondo, atendido por la Empresa de Comercio y Gastronomía, en el cual se continuaban realizando festejos y otros servicios gastronómicos en toda su red interna como los excelentes bares ¨El Marino¨ y ´´El Pulpo Azul¨, además de un conjunto de muebles, espejos y lámparas que daban un extraordinario decorado a la instalación.
Esta joya del patrimonio cabaiguanense, con el paso del tiempo, víctima de la depresión económica del país, el abandono, la desidia y deterioro, sigue en expectativa de que algún día se concluya la reparación capital que hace algunos años dio inicio por los techos, con un excelente trabajo; pero que ya requerirán de una nueva inversión, si la espera continúa.
Rubén Lóriga Rodríguez, actual director de la Empresa de Comercio y Gastronomía de Cabaiguán, es uno de los que alega que hace alrededor de 9 años se iniciaron estos trabajos de reanimación, según lo que se había previsto ante autoridades nacionales del Ministerio del Turismo en el país, pero debido a la ausencia de financiamiento y recursos, estas labores se interrumpieron y después, el expediente de la obra, pasó al Grupo hotelero Palmares, inversión que hoy no se ha consumado ni en un ínfimo por ciento.
Esperemos pues, que los implicados interioricen en el extraordinario valor patrimonial del inmueble, lo vital que sería para reanimar la avenida central del poblado, buscar una nueva vía de estimular el ocio de los lugareños con una oferta amplia y atractiva en un espacio que invita a la creación y puesta en práctica de proyectos que sean reales e interesantes, sin llegar a flotar en mentes o en la utopía y que sean posibles a corto, mediano o largo plazo.
Según las posibilidades monetarias, materiales y mano de obra, este centro según sus actividades y propuestas bien diseñadas, dará ingresos a quienes lo dirijan y así ese sueño de muchos de los que ayer vieron su esplendor, se una a otras generaciones que están ávidas de poder disfrutar de sus posibles encantos, con entregas de buen gusto, confort, con disciplina y un reglamento a cumplir, donde cada visitante pueda salir con sus fuerzas y espíritu restaurado y con el ímpetu de una próxima visita. Así, estaremos salvando una joya del patrimonio material cabaiguanense y haciendo honor a quienes en un pasado nos legaron una de las más elegantes construcciones del poblado, que va camino al centenario de ser declarado término municipal; pero seguro la otrora Colonia Española o Círculo Social Ciro Redondo, será asunto pendiente.


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