sábado, noviembre 23El Sonido de la Comunidad
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A Juana no hay macho que la pare

“Cuando Juana arranca pa´lante, no hay macho que la pare”, tampoco hay hombre que la siga, el ritmo de trabajo de Juana María Blanco Santos; lo mismo se faja con el cangre de yuca, que hace el parto a una vaca, la Heroína del Trabajo de la República de Cuba, no teme a las madrugadas ni al fuerte sol, “Me encasqueto el sombrero y la camisa manga larga, calzo las botas de goma y vengan faenas”

Hace 70 años, Juana vio la luz en La Esperanza, a escasos kilómetros del poblado de Guayos, en la provincia de Sancti Spíritus, el lugar de nacimiento, era todo lo contrario a lo que vivió sus primeros años, “Esperanza no tenía ninguna, papá me entregó como juguete una guataca cuando acabé de cumplir los seis años”

Las labores del campo la enrolaron de tal manera que jamás quiso abandonar las siembras, “Necesito el rocío, el mugido de los toros, el fango bajo mis botas, necesito sudar para estar feliz”

La Heroína, como se le conoce en la Unidad básica de Producción de Guayos, no es una mujer de muchas palabras, de pronunciar discursos ni de estar en tanta habladuría para convencer a sus trabajadores; ella sale disparada de la puerta del hogar, levanta la mano derecha y dice “!Arriba!; todos la siguen, así intensifica la crianza de aves, conejos, la ceba de toros y cerdos.

Los sacrificios de Blanco Santos, no le impiden ser buena madre y esposa, sus tres muchachos, reciben el cariño maternal, el más pequeño se quedó con ella en las tareas agrícolas, el otro varón se hizo profesor de física y la hembra de computación.

La Heroína del Trabajo de la República de Cuba, siente orgullo porque conoció personalmente a Vilma Espín: “Aquello fue muy grande, ver a esta mujer cubana frente a mí, de verdad que me sentí muy emocionada. Fue precisamente el día en que me impusieron la medalla”.

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