domingo, noviembre 24El Sonido de la Comunidad
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A ustedes, nuestros maestros, todo el amor

En esta jornada del 22 de diciembre, Día del Educador, todo el reconocimiento a los maestros, esos seres humanos que tienen bien en alto el sentido de la responsabilidad y el amor a sus alumnos para el desarrollo social del país

Estos seres humanos especiales contribuyen con sus enseñanzas y amor al desarrollo de la nación.

Por: Lillipsy Bello Cancio

Elijan cualquier día de la semana, la hora: ocho en punto de la mañana, inicia el día y frase para abrir… “¡buenos días, en esta bonita mañana! ¿cómo amanecieron hoy?”… Suficiente para que comience el intercambio de saberes más extraordinario del que se tenga noticia: “¿qué tema veremos el día de hoy? Les propongo conocer el primer astronauta cubano, qué tal si hablamos del cohete chino, quién investigó algo sobre política, cómo va el proceso de vacunación, cómo le fue a los equipos de fútbol, qué tal la liga élite de beisbol, cuáles son las series que se estrenaron este fin de semana, ¿alguna película para recomendar… ¡vaya discernimiento!, así inicia la sesión de clase; compartiendo cada uno lo que les interesa, debatiendo lo que les preocupa y aprendiendo a escuchar.

Pudiera ser esta la crónica a una maestra, o un maestro, a cualquier profesional de la Educación, de esos que dejan huellas imborrables en sus alumnos y permanecen intactos, sin que importen el tiempo ni la distancia, ni las necesidades urgentes que la vida nos va imponiendo día a día: pudiera tener nombre… o muchos nombres, más prefiero que sea usted quien decida.

Y es que, más allá de aquello que dicen de que el homenaje debería ser constante, más sistemático, y no cosa de  una jornada (con lo cual coincido, plenamente), sin lugar a dudas diciembre es el mes que toca rendirles honores que marquen la diferencia, que los convenzan de que son los seres más especiales que conoce un niño cuando sale de la familia, que son los héroes más grandes que conservamos.

Sí, porque… ¿quién no tuvo uno de esos maestros que le compartiera su merienda, a quien le llamara “mae” o que llegara a casa, sin avisar, solo porque alguien llamó a la escuela y dijo que el niño estaba enfermo? ¿quién no conoció uno de esos maestros capaz de inventarse una muñeca con par de trapos y un poco de algodón o que le sacara hasta el último “suspiro” al juego de acuarelas para crear un paisaje que le sirviera para que “sus niños” pudieran aprender mejor la lección? 

¿Qué tal aquellos grises días de pandemia cuando el verano prefirió esconderse y eran ellos los únicos que, con medios propios, gracias a las recargas de los antiguos alumnos o la familia, o a pesar de sus exiguos salarios, dedicaban tiempo, megas y recursos propios a sus alumnos, porque “no podían perder el vínculo”, “tenían que vencer los objetivos del grado” o sencillamente porque extrañaban la irreverencia de “Carlitos”, la intranquilidad de “María Fernanda” y las siempre inteligentes y ocurrentes respuestas de “Alianna”.

¿Cuántas veces nos detenemos a pensar que en no pocas ocasiones a ellos también, levantarse, les cuesta el triple?… pero se levantan; que no siempre están de humor ni ganas para inventarse el matutino, “que es el más importante del año  porque es el dedicado al Día del Educador”… pero lo hacen y estimulan a los niños y logran sumar a los padres ¡y se hace la magia!; ¿Nos hemos detenido a pensar que su desayuno es casi siempre rápido porque hay muchas tareas de la casa para hacer, quedó la pila de la ropa sucia del fin de semana, quedaron platos de anoche por lavar, y si bien las ganas de comenzar el día son pocas, este es el mejor momento porque todos duermen, nadie llama por teléfono y todavía quedan un par de horas para entrar a la escuela?

Están siempre al tanto del niño del que la familia no da noticias desde hace un tiempo, del que no aprende al mismo ritmo que el resto, del que no trajo merienda o del que llegó con el uniforme sucio. No se les escapa el cambio de conducta del que hasta ayer fue un niño “modelo” y hoy es el más agresivo, el más rebelde, el más inquieto. Saben que aquel todo triste, solitario, ajeno está afectado porque su mamá decidió dejarlo con los abuelos y partir a una “aventura” de la cual no se sabe cuándo regresará a buscarlo.

Esta crónica pudiera tener nombre… o muchos nombres, mas prefiero que sea usted quien decida.

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