Texto: Redacción Digital
Alimentar el patio de los campos cubanos de gallinas es una tradición que perdura en el tiempo. Cada mañana depositar comida en sus vasijas destinadas para ello y observar cuando llegan estos animales a tomar el alimento, es una satisfacción para esos hombres y mujeres que realizan la misma función dos y hasta tres veces al día.
Como es lógico, aun cuando se busca placer espiritual y hasta una forma de trabajo que llega a lo cotidiano, otros de los fines de esta práctica es propiciar alimentación al núcleo familiar con esos huevos criollos que nos brindan las gallinas o degustar una sopa con el gusto exquisito porque nadie puede confundir un pollo de patio con uno congelado del mercado. Al paladar le resulta muy diferente.