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Alma Wrves fallece el mismo día de cumplir sus 95 eneros (+ Audio)

Alma Wrves López fue una mujer que se consagró como excelente mezzo-soprano y  accedió a los  teatros más afamados de la Isla. Para suerte de los cabaiguaneses Alma vino a este pedacito de Cuba para quedarse y desde aquí irradiar su talento

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Alma Wrves falleció este 21 de enero a los 95 años de edad

Por: Aramis Fernández Valderas

Todos los días no se cumplen 95 años. Después de varios tropiezos para enviar la crónica vía correo electrónico, al fin Daisy Martín Ciriano, cabalga sobre su bicicleta para entregarla directamente en la emisora, ya con todas las correcciones realizadas y trabajada de manera digital la foto, la alegre noticia se trastoca en un inmenso dolor para el corazón de todos los cabaiguanenses, el titular y todo el cuerpo del trabajo periodístico cambia,  Alma Wrves fallece el mismo día de cumplir  sus 95 eneros.

El 21 de enero de 1927, los vecinos de la calle Contreras, entre San Carlos y Domingo Mujica, en la ciudad de Matanzas; ven nacer a esta niña sin imaginarse cuánto haría por elevar la calidad de la cultura cubana. De pequeña asiste junto a su hermana a un colegio llamado Colonia Infantil, y es precisamente en el teatro Sauto con apenas cinco o seis años, cuando se presenta por primera vez; un coro la respalda mientras ella, hace evoluciones acompañada por una muñeca.

Mientras estudia en la Academia, llega el momento soñado por la entrevistada. Se trata del concurso que convoca la Escuela de Televisión, dirigida por Gaspar Pumarejo y Lolita Berrio en la cual pueden participar personas de todo el país. “Fue entonces cuando mi profesor de canto nos dijo que si alguno quería presentarse, podíamos hacerlo porque ya estábamos listos para cantar en público”.

A partir de ese momento Alma entra en el selecto grupo de artistas fundadores de la televisión cubana. Su éxito lo marca la calidad de las interpretaciones, entre ellas resaltan “Siboney” y “Yumurí”, de Ernesto Lecuona; aunque  repertorio también lo componen obras de destacados autores como Moisés Simons, Ernestina Lecuona, Jaime y Rodrigo Prats, Félix B. Cagnet y Gonzalo Roig, por solo citar algunos.

El padre, Eduardo Wrves Miranda, fungía como juez y redactaba las notas del tribunal para los periódicos de la época hasta que fue designado para Venegas y vinieron a tierras espirituanas. Al final terminaron en Cabaiguán.

Con esa decencia y sentido de la justicia que  le acompañó de por vida, la matancera se enrola en cuanto acontecimiento cultural existió en este municipio hasta el día de hoy en que ha marchado dejando una estela de arraigo y amor en todos los que la conocieron o trataron aunque fuera una vez porque ella te penetraba por los poros y jamás se marchaba de sus vidas.

Escúchala, va feliz hasta su última morada, escúchala la melodía que más coronó su pecho brota de los inertes labios y al llegar al campo santo saludará ante el prolongado aplauso, hará mutis como el teatro e ira a encontrarse con sus dioses.

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