Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Y se hizo la luz en una noche que ni la COVID-19 logró apagar. No fue la avenida Sergio Soto el epicentro de la iluminación como tradicionalmente sucede para alumbrar el pensamiento del Apóstol. Las antorchas que por décadas han encandilado a las estrellas cada jornada nocturna del 27 de enero, solo resplandecieron en el recuerdo.
En la memoria laten las huellas del fuego en el asfalto, las cortinas de humo, la esencia del hidrocarburo atrapada en la piel y la energía de la juventud, pasajes negados por la intransigencia de la pandemia.
Pero a José Julián Martí Pérez lo acompañaron esta vez las luces proyectadas por velas, linternas y el flash de los teléfonos celulares. Un candil multicolor centelleó en las residencias de los martianos cabaiguanenses y las redes sociales tomaron prestado el brillo que siempre dejan las tradicionales llamas a su paso por la céntrica arteria hasta el parque, donde el Maestro eternizado en mármol recibe por costumbre a sus discípulos.
Esa fluorescencia matizó el 168 aniversario del natalicio del Héroe Nacional. Cuba no se permitiría nunca apagar las ideas del más universal de sus hijos y pensó en una claridad virtual que simuló la aurora.
Total reverencia para quien hiciera de esta isla el motor de Latinoamérica; la tierra antes esclava y hoy continente de libertad en la que por siglos se han mirado otros pueblos para empujar sus causas.
Así lo pidió y auguró el más universal de los cubanos que lo auscultó todo. Sus interpretaciones sobre economía, ciencia, política y artes quedan resumidas en cada frase suya que en plena centuria encabeza discursos, despierta voluntades, acaricia esperanzas, enamora, tutela un país.
El padre del Partido Revolucionario Cubano no se cansó jamás de obrar por el bien de la humanidad. Su itinerario en medio de un contexto turbulento buscó alianzas para librar la guerra que llamó necesaria.
Pepe, el orgullo de Doña Leonor, el protector de sus hermanas, el segundo caballero de la casa después de Don Mariano y que escribiría en mayúsculas el apellido Martí, nació con una estrella para iluminar la Patria.