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Falleció Arístides Ramos, la enciclopedia del deporte en Cabaiguán

El deporte lo motivó a vivir hasta el último día, fue un entusiasta historiador sin contar con título alguno más allá de ser un autodidacta empedernido, tras sí queda un libro en preparación que algún día deberá ser hojeado por los lectores.

deporte
Arístides estudioso del deporte espirituano

Por: Aramis Fernández Valderas

Hace tres meses conversamos de los olímpicos de Cabaiguán, te entusiasmaba la temática del deporte hasta más no poder, el 9 de septiembre el diálogo fue en torno al ciclismo, también algo de boxeo, de tu libro en preparación y que jamás podrás llevar a la imprenta, se que otras personas lo harán y el autor no puede ser nadie más que Arístides Ramos Lorenzo.

Desde  finales de la década del 60 del pasado siglo, hasta ayer, no existía ningún otro testigo tan fiel de los eventos de los músculos en la antigua provincia de Las Villas y la actual de Sancti Spíritus que no tuvieras registrado en tu archivo personal del deporte.

Promotor por excelencia, muchas veces sin ganar un centavo, fundador del movimiento de corresponsales deportivos, impulsor de todos los motores del Instituto Nacional del Deporte la Cultura Física y la Recreación. Insaciable miembro de la Peña del deporte del Paseo.

Pero naciste mucho antes de todas estas historias y andanzas, circula por ahí una foto que te delata y de lo cual te sentías muy satisfecho, dependiente del Adelita Bar, cuando un centavo de propina era como haberse sacado el premio gordo y tú,  todos los días llevabas a casa muchos centavos.

Tu vida estuvo vinculada a todo o casi todo en Cabaiguán y no es que fueras un intruso, es que tenías una memoria fotográfica incalculable y una necesidad de saber insaciable, es por eso que dominabas desde la historia de los colegios, hasta la de los personajes populares, a pesar de que jamás me contaste porque el sobre nombre de “Jarterta” por el cual te conocen en los cuatro puntos cardinales del pueblo que siente en lo más profundo tu partida.

Como buen pichón de isleño llegaste a ser presidente de la Asociación Canaria de Cuba en Cabaiguán y representar a los canarios de acá, allá por el archipiélago, lugar que visitaste más de una vez.

Desde hace unos meses, ya no eras el de antes, un bastón te acompañaba para estar más seguro, tu esposa Alicia andaba más atenta de ti aunque para decir verdad, nunca te soltó de su mano, llegó la COVID-19 y te fajaste de tú a tú con el bicho, le ganaste pero en el cuerpo a cuerpo quedaron las heridas mortales que te llevan al camposanto cargado de sabiduría, sin un pelo de bobo como me decías en la bodega, ni tampoco tantos de vivo, entonces los dos nos reíamos de la frase, que ni se porque se hizo frecuente en nuestros encuentros.

Solo me queda hermano en este abrazo de despedida acompañar a doña Alicia, a tus hijos, a tus nietos, especialmente Gerardo, quien en mi último encuentro contigo te despeinó y me dijo, ¡“Como sabe este viejo loco”! y él,  Arístides, me afincó sus ojos sobre el rostro y balbuceó, “! Como los quiere este viejo Loco a todos!”, apretó el papel, lo lanzó al cesto y se pasó la mano derecha por el rostro.

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