Bartolo, como se le llamaba cariñosamente a Armando de la Rosa, perdió su brazo izquierdo en 1962 en un accidente de carretera, pero no se amilanó y entre los oficios que emprendió comenzó como cortador de caña
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Ahora que recién comienza la zafra azucarera en Cuba, llega a la memorias momentos pasados en que existían numerosos centrales azucareros, brigadas de cortadores eventuales y permanentes, y entre ellas, brigadas millonarias y hasta pentamillonarias.
Resulta muy oportuno destacar que estos macheteros, en su mayoría trabajadores de un determinado sector hacían aportes por varias semanas y algunos llegaban a acumular el sello de los Cien Días, que como el nombre lo dice, permanecía en el cañaveral por ese espacio de tiempo.
Pero no era solo cortar la caña, estaba la limpia, la siembra y el alzado y traslado hacia chucho al central.
Cabaiguán tiene muchísimas figuras destacadas en estas faenas cañeras y hombres que se dedicaron al corte y alza de la gramínea por más de diez zafras, éstas conocidas como ‟zafras del pueblo‟. Entre estos renombrados hombres se encuentra Armando de La Rosa Ruíz.
Bartolo, como se le llamaba cariñosamente, perdió su brazo izquierdo en 1962 en un accidente de carretera, pero no se amilanó y entre los oficios que emprendió comenzó como cortador de caña en la zafra de 1964. Poco a poco fue ganando en rapidez y su promedio comenzó a ascender. Resultaba un reto en la brigada. En poco más de dos meses llegó a acumular más de 15 000 arrobas y en la zafra del 70, llamada la de Los Diez Millones, llegó a 65 000. Año tras año con firmeza y tesón siguió elevando su promedio hasta llegar a las 100 000 arrobas.
Parecía mentira, verlo con esos resultados con la espalda de la camisa empapada de sudor oscuro por el tizne de la caña quemada, siguiendo el rítmico golpe en cada plantón.
Después de 1975, Bartolo comenzó a cortar caña desde una cortadora mecanizada, alcanzando también lugares destacadísimos en su trabajo.
Hoy, un centro educacional de la provincia ostenta su nombre y en un sitial histórico se atesoran banderines y fotografías que ilustran su brillante trayectoria laboral.
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