La tarde noche del 3 de enero de 2010, los cabaiguanenses se apretaron el pecho, extrajeron los pañuelos de sus bolsillos y lloraban sin consuelo. Hoy se cumplen doce años de la pérdida del padre de la cultura de este pueblo, el compositor e intérprete Arturo Alonso Díaz.
Por: Aramis Fernández Valderas
Arturo Alonso Díaz, nació el 9 de marzo de 1922 en Ciego de Ávila, pero a los tres años su familia se trasladó hacia la antigua provincia de Las Villas en busca de mejoras económicas, residiendo por corto tiempo en Jatibonico y Santa Clara, desde donde parte definitivamente a Cabaiguán, sitio donde crea su obra artística.
Alonso Díaz a lo largo de su vida, compuso más de mil trescientas obras musicales, muchas de las cuales fueron interpretadas por las mejores agrupaciones de Cuba, entre ellas, la de Barbarito Diez, La Aragón, la Riverside y la Orquesta América.
El compositor y cantante, padre del himno de este pueblo (Un canto a Cabaiguán), al que le encantaba llamar el ombligo de Cuba por estar situado en el mismo centro de la isla, no desanda sus calles, no se le ve en los bancos del paseo saboreando la brisa y el refugio de las historias de sus conciudadanos, sin embargo todos lo ven, lo saludan, lo miman, es que cuando los buenos se marchan queda su impronta desafiando la muerte.
Su figura y su obra quedan intactas en el pueblo que veneró y de vez en cuando miramos los sitios que acostumbraba visitar, lo vemos con su eterno paraguas bajo el brazo, tarareando alguna nueva composición, porque jamás se dio por vencido a pesar de que los años ya pesaban demasiado.
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