Por: Lillipsy Bello Cancio
Cabaiguanenses: Hemos llegado al final de un año que seguramente quedará grabado en la mente de todos y cada uno de nosotros. A diferencia de los anteriores, el mensaje de este año no celebra los resultados de nuestro trabajo ni los éxitos obtenidos por varios organismos que habitualmente compulsan a la celebración y el júbilo.
Cuando miramos hacia atrás en 2020, nuestros pensamientos se dirigen de inmediato a todos aquellos que se han visto afectados por la impensable, inesperada y desafiante pandemia de COVID-19, a sus familiares, a los médicos de este pedazo de Cuba que han ofrecido su esfuerzo, su dedicación y su alma por cada enfermo, a los familiares, a nuestros niños que tan disciplinadamente han cumplido cada indicación, y se quedaron en casa aprendiendo, soñando, construyendo, a los de cada sector que apoyó esta batalla por la vida: Educación puso la mayoría de los centros para el aislamiento de contactos a los que se sumaron el campismo y la EPICA; los transportistas se encargaron de trasladar familiares, enfermos, personal de la salud y muestras; los campesinos garantizaron alimentos más allá de lo que les tocaba y contribuyeron con el fruto de su trabajo a que cada cabaiguanense que pasó por tan difícil situación comiera más y mejor; nuestra Policía Nacional Revolucionaria aseguró orden y disciplina en las calles, en los vecindarios y en las colas; los gastronómicos aseguraron la alimentación de los más vulnerables, apoyados por gente de todas las instituciones que les llevó hasta sus puertas lo que necesitaban para que se quedaran en casa; bodegueros, dependientes, panaderos, petroleros, maestros, cocineras… ¡tanta gente que trabajó tanto sin pedir nada y jugándoselo todo!
A ellos y a nuestros médicos, enfermeros, laboratoristas, al personal de salud que trabajó en zona roja o en la retaguardia, que vistieron de gloria, una vez más, nuestro ejército de batas blancas, dedicamos aplausos cada noche a las nueve en punto, acompañados siempre de ese pitazo, el que nos distingue y nos avisa, nos convoca y nos alegra… el de la Refinería
Este año nos ha servido para ganar en consciencia con respecto a nuestra fragilidad como especie, frente un enemigo que ha remodelado nuestra vida cotidiana, ha trastocado nuestras rutinas productivas y ha cambiado radicalmente y sin pedir permiso, nuestra manera de querernos y demostrar amor.
Sin embargo, a pesar de las adversidades enfrentadas en 2020, y tal y como afirmara nuestro Presidente en la clausura del sexto Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su novena Legislatura: “Es el destino de este pueblo crecerse con los desafíos. Está en los genes de la nación cubana, forjada en la resistencia y la rebeldía de los esclavos que se negaron a serlo y en la voluntad de los emigrantes cargados de sueños; está en la herencia de los líderes independentistas que quemaron sus riquezas en el fuego de la Revolución; en las madres de sus hijos nacidos en medio del combate, y en la fuerte identidad del criollo que maduró en los largos años en que la patria solo fue libre en la manigua. Está en las sucesivas generaciones que dejaron sangre y simiente en desiguales combates en calles y en serranías hasta la victoria”
Por eso, fieles a esta máxima, desde cada puesto de trabajo o estudio, desde cada hogar cabaiguanense, desde cada rincón de esta tierra de revolucionarios dignos, agradecidos y patriotas fidelísimos, celebramos el final de un período que no puede ser más que un punto de partida para nuevas etapas: el sobrecumplimiento del plan de construcción de viviendas, la recuperación de sitios emblemáticos del patrimonio y la gastronomía de este pedazo de Cuba, tal y como la sala museo “Comandancia del Che”, la Terminal de Ómnibus Nacionales, el Tribunal Municipal, el Restaurante “Cadena Imagen” y el Centro de Procesos “La Papaya” en Santa Lucía y la implementación de las indicaciones para echar a andar la Tarea Ordenamiento en cada uno de los frentes son apenas algunos de ellos.
Pero, por si fuera poco, cuando casi se acababa el año y con él la temporada ciclónica llegó Eta, a intentar llevarnos lo que con tanto esfuerzo habíamos logrado y arrasó campos, destruyó siembras, inundó huertos, pero sobretodo ello, volvimos a la carga, resembramos, reconstruimos, ¡jamás renunciamos!
Cabaiguanenses: Las limitaciones económicas causadas por los cierres y otras restricciones han hecho que sea más difícil encontrar recursos, satisfacer las necesidades de nuestro pueblo, avanzar en tareas que nos habíamos planteado, lograr que los precios de algunos productos básicos disminuyan para que estén más cerca del alcance del pueblo… pero nada de eso impedirá que sigan existiendo razones para celebrar, pues mientras más duras sean las pruebas que hemos vencido, mayor será la celebración.
De nada valdrán las campañas subversivas, chantajes y agresiones del enemigo, porque este pueblo no se deja intimidar. Contamos con el legado de un hombre que superó más de seiscientos atentados y nunca se dejó llevar por los cantos de sirenas del norte revuelto y brutal. Por eso continuamos en combate y nuestras manos acarician los fusiles que apuntan al porvenir con la seguridad plena en la victoria
Cabaiguanenses: Los convocamos a seguir pensando y actuando como país para afianzar la certeza de triunfo y creatividad de esa Cuba Viva que se ha convertido en la premisa de los días actuales.
Vivamos los próximos días y horas como si triunfara la Revolución otra vez. La Revolución triunfa cada vez que le arrebatamos al imperio una victoria para nuestra causa. Por eso, en vísperas de otro aniversario de la Revolución, invicta y victoriosa, exclamemos juntos: ¡Felicidades, Cuba!