Cabaiguán tiene una rica de historia de poetas y muchos de ellos han surgido del Taller Literario Rubén Martínez Villena, el cual ha sido reservorio de artistas por más de 58 años

Por: Hugo Crespo Crespo
Cabaiguán, tiene bien ganado un sitio en las letras a nivel de país y allende los mares. Aquí muchos han sido los escritores que han dado vida a la rima y al verso libre en esta tierra de gran tradición poética, décima y repentismo. Muestra palpable de ello ha sido el Taller Literario Rubén Martínez Villena, fragua y reservorio de este ámbito en el territorio, el cual arribó a su aniversario 58 en el pasado mes de enero.
El taller tuvo su génesis en el año 1965 en las reuniones de carácter artístico- y literario que realizaba un grupo de intelectuales cabaiguanenses en la Delegación Municipal de Cultura, asesorado por su delegado José Luis Rodríguez Alba, lo que fue llamada Peña literaria. Fue después el 20 de enero de 1967 que quedó constituido oficialmente esta agrupación de las letras.
Cuentos, novelas, ensayos, poesías y décimas, comienzan el despertar del taller literario de esta ciudad, momento fundacional que significó el hito que marca la diferencia en la historia literaria del municipio, pues al taller acudían destacados intelectuales como Rogelio Concepción, José Luis Rodríguez Alba, Josefa Cruz, Ubaldo Pérez Hernández, entre otros y el muy joven en esos momentos Mario Luis López Isla.
La dedicación de aquellos talleristas, ya algunos entrados en años, con verdadero rigor, analizaban sus obras y no estimaban horas para escucharse unos a los otros en maratónicas jornadas extendidas hasta bien entrada la madrugada.
En este aspecto se debe destacar el apoyo dado al taller por intelectuales de la talla de Esbértido Rosendo y Julio Crespo Francisco, centro de la vida cultural de Cabaiguán, la fuente donde iban a beber todos los que de una forma u otra querían plasmar en páginas escritas las emociones despertadas en ellos por la época vivida y los cambios trascendentes ocurridos en el país.
A finales de los años 80, llegó a la casa de cultura la asesora Marlene Emelia García Pérez, quien da un nuevo impulso al taller, aglutinando a la generación naciente de esos años y consiguiendo la interrelación con autores de otros municipios, para nutrir y nutrirse de nuevos conocimientos.
Así entran al taller Noelio Ramos Rodríguez, Orlando Fernández Aquino, Pedro Luis Rodríguez Molina, María Elena González, Osmel Rodríguez García, Oscar Otazo, Kymani Ramos, Jorge Silverio Tejera, Isbel González, Santiago Felipe, José Ramón Crespo Jiménez y Daysi Pilar Martín Ciriano, entre otros.
De esta forma y con el tesón de todos en su voluntad por la creación literaria, comienzan a ver a la luz, tanto en Cuba como en otros países, fundamentalmente en España, multitud de libros de autores cabaiguanenses, con importantes premios nacionales e internacionales.
Al cumplirse los 50 años de esta importante agrupación literaria, uno de los extremos del paseo Camilo Cienfuegos del Cabaiguán se colmó de una multitud que disfrutó de la iniciativa presentada por Marlene García, con el objetivo de presentar 50 títulos cabaiguanenses en ese espacio, lo que demostró que Cabaiguán puede considerarse una tierra fértil no solo en aspectos agrícolas, sino también en literatura.
Algunos de los premios alcanzados por sus integrantes en el ámbito nacional e internacional han sido el Ada Elba Pérez, la Edad de Oro, Pinos Nuevos, Dador, Abril, Guaicán, El Caimán Barbudo, Regino Pedroso, varios Benito Pérez Galdós, José Viera y Clavijo, La Rosa Blanca, Casa de las Américas, Bustarviejo, el Misael Valentino, tres premios Rubén Martínez Villena, por solo mencionar algunos.
El número de asociados al taller literario cabaiguanense es amplio, por tal motivo en esa propia fecha de una manera muy peculiar se trató de homenajear a varios de sus integrantes en una composición que a pesar de realizarse por una persona que pesar de no haber estado en su membresía, siente afición por la poesía y la décima. En esta obra quizás no apresan todos, pero si alguien se siente parte de ella, esperamos, se sienta satisfecho.
Cincuenta años de historia.
Al taller literario en su medio siglo de existencia.
Autor. Hugo Crespo Crespo.
Honor a Fefita Cruz,
a Rogelio Concepción,
adornando aquel salón,
junto a Crucelia y su luz.
Ya hace cincuenta años,
que esta idea así surgía,
y con el tiempo crecía,
y aumentaba sus escaños.
Marlene, Rosa María,
Mario Luis y Gumersindo,
dieron brío con ahínco,
a lo que de ellos salía.
Rodríguez Alba y Ubaldo,
dos Sonias y Edel Morales,
hacen suyos sus caudales,
como lo hace el mejor bardo.
González Conde, dejó,
a Luis Tosco entre las manos,
y como buenos cubanos,
su buen humor cautivó.
Eudosio y Fajardín,
Mujica y Desiderio,
con placer y algo muy serio,
accedieron al festín.
Florencio como un clavel,
adornó una mariposa,
en el símil que se posa,
y que escribe Maribel.
Sicilia y José Miguel,
Noelio Ramos hace historia,
versos que, en la memoria,
endulzan como la miel.
Un nuevo grupo de autores,
llegó a este lugar,
para sus letras dejar,
con sus rimas y valores.
Otros que fueron llegando,
agrandaron esta era,
Jorge Silverio Tejera,
el círculo fue adornando.
Andrei y Kymani Ramos,
Fernández Aquino, Osmel,
adornaron el pastel,
y sus obras recordamos.
Duandy y María Elena,
Pedro Luis, Isbel González,
sus nombres aquí nos salen,
con esa elegancia plena.
Daysi Pilar, Macholín,
Ileana y José Ramón,
llenan en cada ocasión,
nuevas rosas del jardín.
Mirtha Beltrán, es Tamir,
Gustavo Iglesias Chamán,
sus nombres aquí están,
para por siempre existir.
Yuliet Martínez Morales,
José Regino y Arturo,
en un camino seguro,
recrearon sus andares.
Adalberto, Martha Roque,
Rouget y Jorge Rivas,
vienen sus letras arriba,
con un elegante toque.
Domingo y Diana Rosa,
Mirtha e Israel,
iluminan el plantel,
con idea talentosa.
Antonio Rodríguez Yanes,
Ramón Luis y Magdalena,
con sus palabras serenas,
cumplieron con sus afanes.
Arturo Marcos, dejó,
entre versos y canciones,
algunas composiciones,
que en Fratelos se cantó.
Orlando Torres lector,
con su voz vibrante y fuerte,
quiso aquí echar su suerte,
y después ser locutor.
Lidia y Ernesto García,
fueron también exponentes,
de versos tiernos y ardientes,
con estilo y melodía.
Castañeda y Marichal,
Olga Lidia y Abel,
sembraron como un clavel,
sus versos en el rosal.
De una forma perspicaz,
estas mujeres y hombres,
se levanta entre sus nombres,
al fecundo Senel Paz.
Con su talento eficaz,
a este pueblo nunca olvida,
por eso su obra es vida
y no se borra jamás.
Aquí no habrá marcha atrás,
venga la literatura,
por esta senda segura,
con cincuenta años más.
A pesar de que muchos no están de forma física y han pasado a la inmortalidad y otros que se han radicado en otras naciones; hasta el día de hoy, los autores del territorio más experimentados y los noveles que se han sumado, siguen incansables en su tarea de llevar adelante la literatura y creando sus obras y publicaciones para no dejar morir esta institución que es ejemplo para sus homólogas en el país, con premios y reconocimientos que enaltecen la labor literaria de este pueblo de historia, leyendas y tradiciones.
Aquí donde se funden la cultura cubana y canaria, en una relación muy estrecha y conservada por parte de aquellos que comenzaron y los que hoy no detienen su paso, volverá a irradiarse el mundo de las letras del terruño, en el Centenario del municipio en el 2026, en uno de los extremos del flamante paseo cabaiguanense, con cien libros de Cabaiguán, en los cien años de habérsele otorgado la municipalidad con todos los poderes del estado en 1926. Allí muchos de los ayer y de hoy estarán para rendir culto a la literatura de Cabaiguán, para seguir siendo, Un pueblo con suerte.


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