Por: Aramís Fernández Valderas
Andan las letras de fiesta, los músicos afinan sus instrumentos, las paletas de los pintores reciben merecido asueto, las zapatillas de las bailarinas, marcan pasos para seguir, los teatristas no hacen mutis, hoy es 14 de diciembre, Día del Trabajador de la Cultura y en Cabaiguán se celebra.
Por estos días abundan los coloquios, las tertulias, las descargas, se reconoce a quienes llevan sobre sus hombros la identidad de una nación, no importa donde estén porque la cultura de un país no tiene fronteras, se enraíza en la piel de sus hijos, viaja y regresa.
Este pueblo, con suerte por tener tantos talentos, no se siente satisfecho, por eso la educación artística es práctica oportuna desde la infancia, tal como si fuera una carrera de relevo, unos entregan el batón a otros, así la cultura no muere, se rejuvenece y estampa épocas nuevas, siempre retomando el pasado.
Arturo Alonso, “El Cantor de los pueblos”, siempre dijo: “La cultura es un ave libre, nadie puede cortarle las alas, ella existe, perdura, se inmortaliza”, por eso en este territorio se pueden contar tantos escritores, Rosa María, Marlene García, Pedro Luís, Ubaldo Pérez, Mario Luís López Isla.
También a otros fuera de fronteras físicamente, pero con la cubanía en sus versos y prosas, Kimany Ramos, Sindo Pacheco, Orlando Fernández, Sonia Díaz, Eric González, quien sigue los consejos de Luís Tosco; son tantos.
Noelio Ramos, va por la décima y le sale teatro, Felicia Estepa, rescata bailes antiguos canarios traídos a Cabaiguán hace más de 90 años, pero Alfredo Sánchez lo hace a la inversa, muestra en Canarias las danzas cubanas, Lucas Yauger multiplica la guitarra en la familia, Roberto López es el Rey del Laúd, Luís Martín ya en el cielo y Virgilio Soto, acá en la tierra, son monarcas de las espinelas.
No se puede hacer un listado, “La memoria del hombre puede fallar, la de la cultura jamás”, así afirmaba Crucelia Hernández, quien este año fue a vivir con los eternos donde inspira canciones y poemas.
